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ALPINISMO Edurne Pasaban celebra los catorce ochomiles

Una fiesta en el Campo Base puso la guinda al descenso

La cordada llegó en buenas condiciones y pudo celebrar una cima que desató las emociones contenidas durante más de dos meses.

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Asier AIESTARAN

Edurne Pasaban y sus compañeros de cordada llegaron sanos y salvos al Campo Base (CB) del Shisha Pangma, poniendo de esa manera el punto y final definitivo al decimocuarto ochomil de la alpinista tolosarra. El descenso desde el Campo 2, situado a 6.800 metros de altitud y en el que decidieron pasar la noche, se efectuó sin problemas, por lo que el grueso de la expedición llegaba al CB en buenas condiciones físicas cuando en Euskal Herria eran todavía las 10.30, aproximadamente.

Una vez terminado el trabajo, era tiempo de festejar lo conseguido y analizar los pormenores de la ascensión con un poquito más de tranquilidad, tras las emociones vividas en la cima y cuyas imágenes pudimos ver ayer -con lágrimas en los ojos de los protagonistas incluidas-. «La verdad es que el momento fue muy emocionante. Después de tanto tiempo y esfuerzo, al final he podido lograr mi objetivo. Además, hay que tener en cuenta que era la quinta vez que lo intentaba en el Shisha. Al final, de los 14 ochomiles el que más me ha costado ha sido el más pequeño», relataba Edurne nada más llegar al CB.

Rápida, pero «durita»

La valoración del ataque a la cima fue, evidentemente, muy positiva, aunque Edurne Pasaban, Asier Izagirre y Alex Txikon tuvieron que afrontar algunos imprevistos. «Nosostros pensábamos salir hacia las 4.30, pero al final el tiempo no acompañó y tuvimos que retrasar la salida porque hacía muchísimo viento. Tuvimos que esperar a que amaneciese y salimos hacia las 5.30». Además, Edurne reconoció que se puso «un poco nerviosa» porque, al haber tanta gente en cada tienda -tuvieron que acoger en las suyas a la cordada italiana-, no pudo prepararse y calentar como a ella le gusta antes de afrontar un reto tan exigente.

Tal y como confirmaron los días previos, optaron por una variante de la ruta que abrió Iñaki Otxoa de Olza en 2006, lo que, visto lo visto, Pasaban calificó de gran cierto. «Escogimos esa vía porque conducía directamente a la cima principal del Shisha, y menos mal, porque la arista estaba prácticamente impracticable», se congratulaba la alpinista, que definió la ascensión como «rápida, tranquila, pero bastante durita».

Pensando en la vuelta

La expedición, que cumple hoy 76 días desde que partiera hacia Katmandú, tenía previsto celebrar ayer una buena fiesta en el CB, antes de comenzar el camino de vuelta. Según sus planes, los yaks para transportar el material llegarán hoy mismo, y los alpinistas saldrán hacia Nyalam mañana. Se espera su llegada a la capital de Nepal el viernes, día 21, donde les esperan más celebraciones. Finalmente, Edurne y sus compañeros tienen previsto coger el vuelo de vuelta el martes, día 25.

Pensando ya en la vuelta, Edurne Pasaban hacía hincapié en toda la gente que le ha ayudado a lograr sus objetivos: «Pienso en los catorce y me viene a la cabeza mucha gente: mi familia, mis amigos, todos los que me han apoyado y seguido... y todos los que han trabajado y siguen trabajando en el proyecto. Siento gratitud hacia todos. Yo soy una parte, he subido a las cumbres, pero el equipo es mucho mayor». En ese sentido, agradeció el apoyo de sus padres, que se encuentran ya en Katmandú a la espera de poder ver a su hija y celebrar el éxito como realmente se merece.

 

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