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El iraní Kiarostami y el francés Beauvois intervienen contra la intolerancia en Cannes

El Festival de Cannes mostró ayer el lado contestatario en la competición oficial, donde el iraní Abbas Kiarostami y el francés Xavier Beauvois presentaron sendos filmes en contra de la intolerancia.

EFE | CANNES

El ya galardonado Kiarostami, al que Cannes premió en 1997 con la Palma de Oro y que ahora trae al Festival un filme sobre la crisis de la pareja protagonizado por Juliette Binoche, aprovechó el foro para calificar de «intolerable» la presión que Teherán ejerce sobre el arte en su país. Beauvois, por su parte, puso en la pantalla de Cannes un tema muy de actualidad, la intolerancia religiosa a través de un hecho real, el asesinato de siete monjes franceses a manos de integristas argelinos en 1996.

La ocasión para Kiarostami estaba clara, porque Jafar Panahi, cineasta compatriota, que sufre prisión en su país, había sido invitado por el Festival para ser parte del jurado que preside este año el estadounidense Tim Burton. El iraní denunció la «presión permanente» que sufren los creadores en Irán y aseguró que «el arte entero está en prisión» en ese país. «El Gobierno iraní pone palos en las ruedas de los cineastas», acusó el director, quien dijo que Teherán «debe dar una explicación» porque Panahi está en prisión por un filme «que ni siquiera ha hecho».

Por el lado cinematográfico, el director, acompañado de Binoche y del otro protagonista de su filme -el barítono británico William Shimell-, presentó una visión quizá más académica de lo que se suele esperar del cineasta: la de una pareja en crisis en medio de la Toscana (Italia), que da pie a una interpretación intensa y plena de registros para la actriz francesa.

Es un «himno al amor, a la dificultad de amar», señaló Binoche -cartel de promoción de Cannes de este año- quien confesó que se inspiró en Anna Magnani para afrontar las intensas y largas miradas a cámara a la que le somete Kiarostami en «Copie conforme». El director iraní reconoció que el título -algo así como «Copia certificada», que se relaciona con una reflexión que hace sobre el original y la copia a partir del arte- fue un «pretexto» para contar la historia de una pareja de seres humanos en crisis, situada necesariamente en Italia, explicó.

Beauvois, con «Des hommes et des dieux», recrea unos hechos que conmocionaron al Estado francés, y lo hace con unos estupendos actores, pero con una narración tan lineal como aburrida. Lambert Wilson, responsable de la comunidad, Michael Londsdale, el hermano Luc y el veteranísimo Jacques Herlin, de 83 años, como el hermano Amédée, encabezan un ajustado reparto que permite al espectador meterse en una historia, entre otros aspectos, muy irregular.

Muy larga, muy pausada y con tremendos baches, «Des hommes et des dieux», que fue bien recibida en su primer pase de prensa, comienza con fuerza pero pierde fuelle muy rápidamente y deja paso a una sucesión de cánticos religiosos y de loas a la necesidad de tolerar y ser tolerados.

Xavier Beauvois vuelve con este filme a Cannes, donde ganó el premio del Jurado en 1995 por «No olvides que vas a morir». Su filme sirve para poner de relieve los sucesos, recurrentes en los últimos años en el Norte de África, que han protagonizado representantes de cultos no musulmanes, denunciados por las autoridades administrativas por no estar autorizados.

Sometidos a autorización previa y con la condición de no hacer proselitismo, miembros de iglesias cristianas han sufrido en los últimos años la intervención de autoridades en algunos países del Magreb, donde otras confesiones sufren de esa intolerancia que expone el filme de Beauvois.

«EL ARTE EN PRISIÓN»

Kiarostami denunció la «presión permanente» que sufren los creadores en Irán y aseguró que «el arte entero está en prisión» en ese país.

«Carancho», una historia de amor y de «buitres» que seduce fuera de competición

El argentino Pablo Trapero sedujo a Cannes con «Carancho», una historia de amor y de buitres, los que rodean el submundo de las denuncias por accidentes de tráfico, en la que Ricardo Darín y Martina Gusman componen una pareja tan dispar como semejante. Dentro de la sección Un Certain Regard, Trapero vuelve a Cannes, donde hace dos años cosechó muy buenas críticas con «Leonera», y lo hace con un filme muy diferente, pero igualmente intenso, que ha sido muy bien recibido en las dos proyecciones que ha tenido hasta ahora. «Carancho» es la historia de Sosa, un abogado (Darín) que se dedica a conseguir clientes de accidentes de tráfico compinchado con personal del hospital que atiende a las víctimas. Los trapicheos del abogado y de sus compañeros de oficio, los engaños a las víctimas de los accidentes y las propias trampas que Sosa pone en marcha sin parar son algunos de los elementos que construyen esta historia. Mucha violencia y muchos sentimientos en una película que funciona muy bien a pesar de que en algunos momentos se excede en el extremismo de los personajes. Estrenado hace apenas unos días en Argentina, está a punto de superar los 300.000 espectadores. EFE

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