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«En Guardian Llodio entrabas con el buzo azul y salías blanco de amianto»

Un grupo de ocho ex trabajadores de Guardian Llodio denunciaron en la sede de LAB de Laudio que en su vida laboral trabajaron en contacto con el amianto y, a pesar de que se lo dijeron por carta, no les están realizando vigilancia específica de la salud. «Entrabas a reparar un horno con el buzo azul y salías blanco de amianto», denunciaron. LAB exige la movilización social para responder a estas agresiones.

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Juanjo BASTERRA |

Ocho ex trabajadores de Guardian Llodio, antigua Villosa, denunciaron en la sede de LAB de Laudio que trabajaron decenas de años con amianto en esa empresa dedicada al vidrio plano y nadie les dijo nada de la peligrosidad del mineral cancerígeno ni les entregaron equipos de protección adecuados. Julián Badillo, José Miguel Arza, Justo Aierdi, José Luis Landeta, Luis Miguel Castañiza, Juan Basterra, José Luis Rentería y Juan José Bárbara, acompañados por el secretario nacional de Salud Laboral de LAB, Ibon Zubiela, criticaron el abandono en cuanto a medidas de protección y seguridad laboral cuando trabajaron con amianto y, en este momento, que se encuentra jubilados o prejubilados.

Ni Osakidetza ni Osalan han actuado con la suficiente diligencia, porque una vez que se conoció la muerte del ex trabajador Miguel Macías Gómez en julio de 2003 por una asbestosis pulmonar derivada de su exposición al amianto, se realizaron listados de trabajadores que habían estado expuestos al cancerígeno para llevar adelante la vigilancia de la salud. Salvo uno de los ocho casos, los demás no les hacen vigilancia de la salud específica, aunque hace años les enviaron misivas en ese sentido y realizaron algunos controles sanitarios genéricos.

De hecho, como denunció Zubiela, Osalan tiene censados 4.518 trabajadores que han tenido contacto directo con amianto, pero se calcula que fueron más de 25.000 los que trabajaron con ese mineral cancerígeno. Es decir, «sólo uno de cada cinco, en concreto el 18%, está censado, pero de esos ni a la mitad se les realiza una vigilancia y controles específicos», denunció Zubiela. Por lo que reclamó que es necesaria la movilización social «para que ese problema grave para la salud se conozca, porque se espera en 02o se produzca el pico más alto de afectados. Se calcula que van a morir 10.000 trabajadores vascos en los próximos años por el amianto, que fue utilizado para ganar mucho dinero a costa de la salud de los trabajadores».

Julián Badillo recordó que «hace por lo menos ocho años Osalan y Osakidetza nos enviaron una carta en la que nos decían que nos llamarían a los reconocimientos cada dos años. Estoy esperando» y precisó que cuando trabajaba en Guardian Llodio «del polvo de amianto, sobre todo, se quedaban blancos y luego los tenías que llevar a casa a que los limpiara tu esposa. Nadie nos dijo del problema tan grave en que estábamos metidos por estar trabajando con amianto».

José Luis Landeta tiene asbestosis y se lo han detectado en un reconocimiento que realizó por la medicina privada. «Hace algo más dos meses me ahogaba y fui al médico. En Osakidetza me dieron la cita con el especialista para octubre de 2010 desde febrero que fui». Sin embargo, como se sentía mal acudió al Igualatorio Médico y «me realizaron un escáner y me dijo el médico que lo tenía que mover, porque tengo asbestosis», dijo.

Luis Miguel Castañiza es otro afectado. Tiene asbestosis, que se lo detectaron en 2004 y cuenta con informes que le reconocen que esa enfermedad la pudo contraer en contacto con el amianto en Guardian Llodio, pero mantiene abierta la vía judicial para que le reconozcan esa contingencia profesional que ni Mutualia ni la Seguridad Social le ofrecen. Según explicó en la rueda de prensa celebrada en la sede de LAB de Laudio, «desde 1877 a 1982, como dice el informe, me dedicaba a romper rodillos de amianto con cincel y porra sobre los que se deslizaba el vidrio. Lo teníamos que hacer con rapidez, porque sino no percibíamos la prima. Además de trabajar a una elevadísima temperatura había mucho polvo de amianto».

También estuvo en el horno 51, donde trabajaba el fallecido Miguel Macías y que el Tribunal Supremo confirmó a finales de 2006 que murió por su contacto con el amianto y por la falta de vigilancia, seguridad y protección en la planta de la antigua Villosa, por donde pasaron en los mejores años de actividad más de 1.300 trabajadores.

En este caso, Castañiza recordó que «entrabas en ese horno para repararlo y mantenimiento azul con el buzo y salías completamente blanco, después de cambiar varios rodillos. Recuerda que, ya tiene una incapacidad por un problema médico en la pierna, «cuando fui a Mutualia con el tema del asbestosis, el médico me decía que quería hablarme de la pierna, que yo lo tengo zanjado. Cuando le dije que era por el amianto lo que quería hablar, me dijo que de eso no sabe nada. No les interesa. Es una vergüenza», precisó Luis Miguel Castañiza, quien recuerda que en cada máquina del horno donde trabajaba llevaba 184 rodillos de amianto. Los afectados señalaron además que la entrada de la multinacional americana Guardian en Villosa, «después de las inundaciones de 1983, supuso algunas modificaciones y se retiró bastante amianto, pero todavía había mucho».

Recuerdan que, tras la muerte de Macías, una técnico en seguridad laboral americana hizo un informe sobre el horno 51 y «retiraron el amianto con rapidez y lo cerraron». En teoría en este momento se supone que no hay amianto, aunque nadie corrobora ese detalle por escrito. De hecho, los ex trabajadores reconocieron, como dijo Juan Basterra, que en la antigua escombrera de Villosa, hoy ocupada por un aparcamiento de coches, se echaba el amianto destrozado que salía de los hornos, de las uralitas o de donde estuviera. «Si no sigue allí, los escombros lo habrán trasladado a otra escombrera, pero el amianto está por ahí suelto», apuntó.

«Perder el tiempo»

Juan José Bárbara explicó, igual que el resto, que les enviaban a hacer reconocimientos médicos, pero «ibas a perder el tiempo, porque no eran precisos y no te querían decir los resultados». José Miguel Arza recordó también, al igual que sus compañeros, que «cuando trabajas en los rodillos se quedaba todo blanco, del amianto. En una ocasión -explica- el técnico de seguridad de empresa le dijo ante las quejas por el excesivo polvo blanco en el ambiente por el amianto que los pulmones se limpiaban subiendo un fin de semana al monte Gorbeia».

Además, indicó que a los tres trabajadores que estaban en su equipo les entregaron buzo especiales que se lavaban en una lavandería industrial para evitar la inhalación de las fibras de amianto. «Pero tardaban más de tres semanas en devolvernos los buzos. Cuando llegaron fuimos a recoger el paquete y entregar los sucios, pero nos dijeron que no se llevarían más los buzos». Esta situación negligente de la empresa Guardian Llodio se repitió, según indicó, cuando les prometieron realizar unos vestuarios individuales para evitar el polvo de amianto. «Se suponía que entrábamos por un lado, pasábamos por la ducha y nos cambiábamos en una tercera dependencia, para evitar el contacto con el amianto. Sin embargo, el presupuesto de ese vestuario les pareció caro y no lo hicieron. Al final teníamos que lavar los buzos».

En esta situación, en el Estado francés ya existen casos reconocidos de familiares o esposas de trabajadores con amianto que han sufrido alguna enfermedad cancerígena.

José Luis Rentería explicó que «los exámenes médicos que nos hacían no servían para nada, porque eran radiografías que no se distinguía nada», incluso Castañiza recuerda que en una ocasión le hicieron una de ellas «donde no se veía nada. resulta que la habían puesto del revés». En este caso, Renteria explicó que «necesito dormir enchufado a una máquina porqué no puedo respirar. O por amianto, o por silicosis o por lo que sea nos han jodido en Villosa».

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