Marky Ramone, el batería de Los Ramones, puso el sábado punto final a su última gira por Europa en la sala Tótem de Atarrabia. Nacido en 1956, no se plantea dejar de tocar. Se sentó a la batería del grupo en 1978 para grabar el disco «Road to ruin» y continuó hasta 1982, cuando se retiró durante cinco años para solventar un problema con el alcohol. En 1987 regresó para grabar «Brian Drain» y siguió tocando durante otros nueve años hasta que, en 1996, la banda ofreciera su último concierto. Tras la muerte del resto de sus compañeros, Marky, cuyos padres bautizaron como Marc Bell, se convirtió en el último Ramone.

Hace años que se echó a la espalda la responsabilidad de que los temas de Los Ramones sigan sonando. ¿Quiénes le acompañan ahora?

Viene conmigo Michael Graves, el mejor cantante que han tenido los Misfits, y una banda de músicos de Barcelona. Son excelentes. Llevamos un espectáculo muy potente, tocamos 32 canciones de Los Ramones. La gente quiere sentir que Los Ramones están vivos. Siento que Joey (el vocalista del legendario grupo, fallecido en 2001) y Dee Dee (bajista y compositor de Los Ramones, fallecido en 2002) murieron demasiado pronto por culpa de un cáncer. Había que conseguir que nuestra música siguiera sonando, y comprendí que mantenerla viva estaba en mis manos.

Un gran esfuerzo y una enorme responsabilidad. ¿Qué significan Los Ramones?

Yo tan sólo sentí que estas canciones no podían morir. Y si nadie las toca, eso es lo que acabará pasando. La gente quiere oír nuestros temas y, para que las pueda escuchar, alguien debe tocarlos. Sólo quedo yo. Es muy simple por qué lo hago.

Hace años ya que se espera una biografía de Marky Ramone. ¿Sigue adelante con ese proyecto? ¿Qué nos encontraremos en esas páginas?

La biografía está en camino. Será el último gran trabajo de Marky Ramone. El libro abarcará toda mi historia, arrancará con mi infancia, la secundaria, la época de los 70, las primeras grabaciones en los estudios con el resto de Los Ramones... No pienso ocultar nada, contaré todo lo que pasaba entre nosotros. Y, por supuesto, contaré también cómo fue el final.

Las camisetas del grupo se pueden encontrar hasta en grandes centros comerciales. Las llevan miles de personas. ¿Se ha domesticado el punk?

No afecta sólo al punk, todo está cubierto de un manto comercial, pero eso no significa necesariamente que todo se haya domesticado. Sólo que todo tiene parte de negocio. En cierto modo, ha ocurrido lo que el público ha querido que pasara. La gente demanda las camisetas o quiere hacerse un tatuaje y, como tiene dinero, lo único que se les ha dicho es: «toma, aquí tienes la camiseta». No creo que sea algo malo. Cuando yo tenía 14 ó 15 años, quería tener la camiseta de Jimmy Hendrix o de los Who, pero no podía. Entonces no tenía dinero para pagármela. Eso sí que resulta bastante más triste que lo que ocurre ahora con Los Ramones. Pienso que muchos se compran la camiseta sólo porque les gusta el logo, que después en su casa no tienen ni un sólo disco nuestro.

Entonces no pudo tener la camiseta, pero ahora le ha dado por comprar otras cosas. ¿Qué hay de esa colección de figurillas de robots y de películas de ciencia ficción y de terror?

Sin duda, la de Godzilla es mi favorita. Bueno, aunque también el póster de la película «Forbidden planet», me encanta. Y el de «El hombre lobo», «El exorcista», «Alien»... En realidad, todo lo que asuste y me llame la atención. Si algo me mola, lo compro. En especial souvenirs de las películas de ciencia ficción clásicas. Ése es mi hobby.

También ha salido en la serie de Los Simpson. Todo el grupo aparece en uno de los capítulos. ¿Cómo lleva eso de convertirse en un dibujo animado?

Me gustan mucho los Simpson. Y aparecer en esa serie fue una gran sorpresa. Para mí supone todo un honor que Los Ramones se convirtieran en unos personajes amarillos, como el resto de los Simpsons.

¿Alguna vez se ha parado a pensar cómo sería su vida ahora si no se hubiera cruzado con Los Ramones?

A veces, pero lo cierto es que no tengo ni la más remota idea de cómo sería mi vida ahora si no hubieran existido Los Ramones. Parece como si el destino no lo hubiera elegido yo, como si él me hubiera elegido a mí.