El sabotaje contra un tren que ha provocado al menos 80 muertos en la India está aún sin esclarecer y las versiones sobre su autoría difieren. No obstante, el atentado ha destapado una situación política convulsa que se viene fraguando durante décadas, pero a la que no se le ha concedido hasta ahora su verdadera relevancia. La importancia regional de la India se deriva de su dimensión: es el segundo país más poblado del planeta y el séptimo más extenso. Además, a nivel mundial, la India conforma junto a Brasil, Rusia y China el grupo de países denominados BRIC, consideradas potencias emergentes que podrían amenazar a medio plazo la hegemonía económica y política norteamericana. No obstante, al igual que el resto de los componentes de ese grupo, la república de la India tiene problemas estructurales que dificultan ese potencial. La India es, según todos los cronistas y expertos, un país de contrastes en el que conviven, además de multitud de etnias y culturas, una pobreza y una riqueza extremas. Éste y no otro es el verdadero conflicto que subyace a los enfrentamientos que se están sucediendo en diferentes zonas del país. Ésta debería ser también la perspectiva con la que afrontarlos, y no una visión meramente ligada a la «seguridad». La miseria que convive con una riqueza insultante es social y políticamente insostenible.