Al menos 80 personas murieron ayer en Lahore, en el este de Pakistán, en los ataques simultáneos perpetrados por varios kamikazes contra dos mezquitas gestionadas por una corriente musulmana minoritaria.

Dos comandos con cinturones de explosivos entraron a tiros y lanzaron granadas contra los fieles en pleno rezo de los viernes. El objetivo, los miembros de la confesión ahmadi, también conocida como qadiani, que tienen uno de sus feudos en Lahore, segunda ciudad del país con 8 millones de habitantes.

Los ahmadi defienden una visión modernista y liberal del islam y trabajan principalmente en proyectos de desarrollo y ayuda a los desfavorecidos.

Tras dos horas de combate, la Policía anunció haber tomado el control de la mezquita del barrio rico de Model Town y anunció haber capturado a dos de los tres miembros del comando. El tercero se habría inmolado.

El otro ataque tuvo como escenario la barriada popular de Garhi Shahu y las televisiones mostraron, a mediodía, imágenes con agentes policiales haciendo el signo de la victoria en su interior.

Pakistán conoce desde hace tres años una oleada de ataques y atentados, la mayoría suicidas, que se imputan a los talibán locales. Lahore es en los últimos meses el escenario principal de estos ataques.

Muchos de ellos tienen como objetivo a las minorías religiosas, incluidos los chiíes, que suponen el 20% de la población del populoso (170 millones) país asiático.

Se da la circunstancia de que los ahmadi son considerados herejes tanto por los suníes, cuya interpretación rigorista comparten los talibán, como por la minoría chií.