Ino Galparsoro y Jose Arrieta Consejeros de Kutxa, alcaldesa de Arrasate y miembro de Banatuz
Kutxa: «core» o «cuore», el corazón partido
Hemos estado, estamos y estaremos dispuestos a acordar ese cambio de rumbo porque estamos convencidos de que otro modelo económico no sólo es deseable, sino posible, y en ello nos vamos a empeñar. Las cajas de ahorro vascas pueden ser la punta de lanza de un sistema financiero para Euskal Herria, y desde un modelo social pueden servir para ayudar a salir de la crisis a este país
El presidente de Kutxa ha presentado, vía articulo de opinión, una nueva visión de Kutxa y unos principios que, de cumplirlos, nos podrían acercar a lo que algunos venimos reclamando durante tanto tiempo de Kutxa y el resto de cajas vascas, a los valores y objetivos que dieron lugar a las mismas. Un modelo social y una apuesta firme y decidida por el desarrollo social y económico de este país, recogido en los propios estatutos.
Si ese artículo es el principio del cambio y no se queda en mera palabrería, que nadie dude que va a encontrar en los representantes de la izquierda abertzale un apoyo importante en Kutxa. Pero si sólo es un discurso para la galería, que no dude que nos volverá a tener enfrente.
Hoy la situación de Kutxa y el resto de cajas vascas, según nos dicen, no es la misma que la de otras del Estado. Afirman que tienen un capital sólido, gran solvencia y rentabilidad, parámetros económicos que las sitúan «bien» pero que a su vez les han llevado a olvidarse de planteamientos éticos, a la falta de control y a abandonar sus orígenes. Se apuntaron al carro del beneficio sin importarles dónde ni a costa de qué, y eso les ha llevado a caer en los peligrosos «juegos» que han generado la actual crisis.
Nadie puede olvidar cómo, no hace tanto, Kutxa se ha visto inmersa en una serie de operaciones inmobiliarias especulativas en el Levante español, operaciones «oscuras», con «amigos» nada deseables que, de paso, han mermado los resultados de Kutxa al tener que dedicar ingentes cantidades de los mismos a provisiones. Por otro lado, su expansión en el Estado español, donde ya tiene más oficinas que en Euskal Herria, ha generado igualmente pérdidas sin ninguna necesidad.
Sirvan estas líneas para aplaudir, si de verdad se produce, ese cambio de rumbo, pero necesitamos hechos. Desgraciadamente, no podemos creerle demasiado, pues cuando ha tenido oportunidad de abrir las puertas de Kutxa a la democratización de todos sus órganos y a la pluralidad, quien ahora dice palabras bonitas ha actuado justo en sentido contrario.
Desde el PNV, que dirige y controla Kutxa, han preferido mantener su posición de fuerza en el Consejo de Administración y la Comisión de Control, pese a que han perdido la mayoría que tenían en la Asamblea General. Ahora tienen 24 de los 100 consejeros y consejeras, mientras que la izquierda abertzale cuenta con 21, pese al apartheid político que le resta representación, y se han negado a la representación proporcional en todos los órganos. Pese a ello, vamos a seguir haciendo propuestas, y veremos si lo que ahora Iturbe afirma en la prensa se va a poder hacer realidad.
Ejemplos como la creación del Fondo Anticrisis, que propusimos y conseguimos poner en marcha, aunque no con la intensidad que deseábamos, son pequeños pasos que animamos a multiplicar y utilizar, pues vienen a demostrar cómo es posible cumplir, al menos en parte, la función social que las cajas tienen encomendada. Otras propuestas como la de ayuda a la vivienda social en alquiler, sin embargo, no han salido adelante, pero no vamos a cejar en nuestro empeño, pues Kutxa puede hacer mucho también en ese campo.
Iturbe hace alusión también a la «fusión vocacional» de las cajas vascas para afirmar, acto seguido, que no es el momento oportuno, dada la profunda crisis económica. Si, como también reconoce, no sólo hay un modelo único de fusión ni una motivación única para llevar adelante la misma, hoy algunos estamos convencidos de que con una visión social de país no sólo puede ser el momento, sino que serviría para ayudar a salir de la crisis a los ciudadanos que la están pagando sin ser responsables de la misma, a las pequeñas y medianas empresas, al futuro económico y social de Gipuzkoa y Euskal Herria.
Pero mientras, su compañero y presidente de BBK, Mario Fernandez, continúa dando pasos para crecer mirando a España. Lo intentó y fracasó con la CCM y de nuevo lo ha intentado, esta vez a través de un SIP, formula que también critica Iturbe, con la CAM. Abandonen definitivamente el camino para «estar cómodos en España» y apuesten por un reforzamiento económico y social de este país.
Es evidente, como bien dice, que todo depende del modelo que se acuerde, y de eso Iturbe sabe mucho. Hace poco más de un año él fue uno de los promotores de una fusión a dos (BBK-Kutxa) que fracasó, entre otras cosas, por el modelo mercantilista y alejado de los intereses de Euskal Herria. También por la prepotencia de su partido a negarse a negociar un acuerdo con quienes le reclamábamos un acuerdo en base a un marco vasco de relaciones laborales y sociales, un reforzamiento de la función social y el abandono de las políticas mercantilistas y partidistas.
La visión social que ahora anuncia el Sr. Iturbe, su compromiso social y con este país, son los que siempre hemos puesto sobre la mesa y ellos han dicho «no». Si ahora quieren recorrer ese camino, están a tiempo y lo tienen fácil, pero tienen que abandonar sus intentos de imponernos el marco estatal, olvidarse de privatizaciones y apostar decididamente por un modelo social.
Si están dispuestos a compartir la sostenibilidad, la identidad, el desarrollo de nuestro ámbito de actuación, una vuelta a lo básico, a la creación de valor social tanto en términos económicos como de bienestar y de progreso social sostenible, desde la cercanía, la honestidad y la responsabilidad, van a contar, como siempre, con nuestra mano tendida.
Hemos estado, estamos y estaremos dispuestos a acordar ese cambio de rumbo porque estamos convencidos de que otro modelo económico no sólo es deseable, sino posible, y en ello nos vamos a empeñar. Las cajas de ahorro vascas pueden ser la punta de lanza de un sistema financiero para Euskal Herria, y desde un modelo social pueden servir para ayudar a salir de la crisis a este país, desde la soberanía tanto económica como política y social.