Alvaro Reizabal Abogado
Debilidad: mujeres al frente
Hace unos días, y coincidiendo con la detención de cuatro supuestos militantes de ETA en Baiona, hemos vuelto a oír el discurso habitual en estos casos, que lleva décadas repitiéndose: los detenidos eran, por supuesto, los máximos dirigentes de la facción más violenta de la organización y estaban haciendo lo que saben hacer, que no es rezar, por supuesto.
Se les ha incautado ingente cantidad de información muy útil para conocer la estructura actual de la banda y, cómo no, la operación, la más importante en muchos años, continuaba abierta. Palabras como cúpula, máximo dirigente, el más sangriento y otras por el estilo se han repetido hasta la saciedad como lo vienen haciendo a lo largo de años y años, en que fueran quienes fuesen los que estuvieran al frente de los gobiernos de Madrid y Gasteiz, daban por amortizada a la organización armada vasca añadiendo, algunas veces, que pese a ello «aún puede hacer mucho daño».
Ahora estamos en otra fase, porque los voceros habituales, sean gobernantes o etólogos de los de tertulia, que saben de todo y no callan ante nada, no se limitan a vender la piel del oso antes de cazarlo, sino que especulan ya con la forma en que se producirá el final, que ven al alcance de la mano por la vía pura y dura de la represión policial ante la extrema debilidad del entramado etarra, que adivinan a través de múltiples indicios como, por ejemplo, el envío masivo de cartas exigiendo el pago del impuesto revolucionario, prueba inequívoca de la difícil situación económica por la que atraviesa, interpretación ésta, cuando menos, sui generis. Pero hablan también de otros indicios.
Vivimos en un tiempo y en un lugar en el que, junto a cientos de muertes de mujeres por violencia machista, se publican leyes de represión de esa violencia, de igualdad del hombre y la mujer, se crean instituciones para potenciar esa igualdad e incluso se impone por ley la obligatoriedad de la presencia del mismo numero de mujeres que de hombres en puestos de responsabilidad, bien sea en las listas electorales o en los consejos de administración.
Hermosa fachada que trata de reparar los efectos de una injusticia histórica, pero que convive con la terca realidad de unos creadores de opinión -sean políticos o periodistas- que consideran a la mujer el sexo débil. Y es que los mismos que redactan y votan a favor de esas leyes mantienen luego posturas como las que también se han repetido estos días, que insisten en el hecho de que, según fuentes policiales de la máxima insolvencia, ETA ha pasado a ser dirigida por dos mujeres, lo que interpretan, sin género de dudas, como otro indicio de la máxima debilidad. Es una afirmación perversa, desconocedora de la tradición matriarcal del pueblo vasco y especialmente sin sentido cuando estamos llorando la muerte de una luchadora por la libertad de este pueblo de la categoría, valentía y fortaleza de Joxepa Arregi.
Agur eta ohore, Joxepa!