Festival Internacional de Nuevos Talentos Escénicos
Cuando las ocurrencias conviven con las mutaciones entre pensamiento y acción
Carlos GIL
Siete piezas a concurso en ACT proporcionan una visión de las tendencias, estilos o concepciones de los jóvenes creadores. Como tantas veces, la realidad nos habla de concurrencia de formas, temas, estéticas y técnicas. Es una diversidad enriquecedora.
Si la inmensa mayoría de las propuestas en Laburract se trata de unipersonales, a lo sumo dúos, por cuestiones de estrategia y logística, de repente aparecieron los coreanos de Jung Bo Kyung con dos intérpretes, bailarines-actores y dos músicos, proporcionando en «On the road» una obra terminada, redonda, totalmente testada, acumulando significaciones, lenguajes, músicas, voces, danzas o movimientos, con un uso muy particular y colateral del vídeo, destacando la fuerza interpretativa, el ritmo de la pieza, la perfecta compenetración de todos los elementos artísticos, sin que sobre nada.
«Las Ausencias» de Los Anacolutos, parte de una buena idea, incluso de una excelente interpretación a cargo de Gloria March, pero encontramos demasiados estorbos previos hasta llegar al meollo de lo planteado, con una utilización apropiada de los espacios, para llevar a vida escénica su planteamiento previo, sus ganas de decir, o su simple ocurrencia. Iara Solana Arana en «As the Flames Rose we Danced to the Sirens, the Sirens» con Sleepwalk Colective conecta al instante, se apoya perfectamente en un texto de teatro de la experiencia, pero trufado de ramificaciones hacia el absurdo, que completa con imágenes, vídeo, puesta en escena regalando una propuesta muy completa, que provoca sensaciones encontradas, en un tono tragicómico que prevalece y marca.
Roman Windisch se hace acompañar en «Zwischenspiel», la pieza en la que firma la autoría, la dirección y la coreografía, de otros tres bailarines, para poder hacer dúos, dicotomías, chicos y chicas. Parece un ejercicio sin completar. Giulio D'Anna plantea en «Bloody Body Blah» un trabajo unipersonal con uso del vídeo, en la que se adentra en diferentes corrientes, desde la parodia al discurso científico, demostrando su facilidad de comunicación, pero se dilata, no recoge, se pierde en extensión y por lo tanto en intensidad.
Lo contrario del jienense Manuel Rodríguez que en los veinte minutos de «Limits» nos sitúa ante una excelente interpretación, una solvencia absoluta para llevar a expresión artística, corporal, dancística utilizando diversas técnicas, todas sus «comeduras de coco», o sus disquisiciones filosóficas entre la voluntad, la creación y la acción. Mucha calidad, limpieza, concreción y proyección. Un buen descubrimiento.