Pues Urkullu fue a la cita sin notario
Iñaki IRIONDO
Me imagino que las próximas reuniones tendremos que grabarlas y realizarlas ante notario», fue lo que dijo el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, en marzo del año pasado, molesto con las declaraciones que líderes del PP y del PSE habían hecho tras la reunión que los jeltzales habían mantenido con Antonio Basagoiti e Iñaki Oyarzábal en la ronda abierta en Sabin Etxea tras las últimas elecciones autonómicas. Patxi López abrió el fuego diciendo que le constaba que Urkullu había ofrecido «de todo» a «Mariano Rajoy, al PP vasco y al PP del mundo mundial» para pactar. Antonio Basagoiti rebajó el tono apuntando que no les habían hecho «ninguna oferta en firme». Pero, al día siguiente, el secretario general del PP de la CAV, Iñaki Oyarzábal, aseguraba que el PNV les había dicho que «estaban abiertos a hablar de cualquier fórmula de colaboración o también de coalición de gobierno» y que, si las cosas no habían pasado a las «ofertas en firme», fue porque su partido dejó claro a los jeltzales que «no queríamos entrar ahí porque habíamos apostado por el cambio».
Urkullu, enfadado, explicó que «en ningún caso se ofreció al PP acuerdo de gobierno alguno, salvo nuestra disposición a las conversaciones y, en su caso, a la negociación». El presidente el EBB añadió que sólo trasladaron a sus interlocutores del PP «el mismo documento, que además llevaba el encabezamiento dirigido al PSE, que le ofrecimos como punto de partida de diálogo a los socialistas vascos, de la misma manera que entregamos al resto de formaciones políticas».
Son detalles que no conviene olvidar cuando ahora se pretende presentar esta reunión entre PP y PNV casi como un hecho histórico.
Y conste que al final Urkullu fue ayer a la cita sin notario. Debió entender que no lo necesita. O quizá lo hizo para colar a la salida su mensaje de que había encontrado a «un PP sorprendido por la manera de hacer política del lehendakari López en el conjunto del entramado institucional». Lo que después fue desmentido por Basagoiti, restándole importancia y presentándolo como un intento jeltzale de «malmeter entre el Gobierno y su socio preferente».
Lo importante: quedaron para trabajar.