Raimundo Fitero
El modelo Nadal
El tenista Rafa Nadal cuando gana su quinto trofeo de Roland Garros, llora, suelta sus emociones frente a las cámaras, cumple con el protocolo, se comunica en tres idiomas, saluda institucionalmente, es entrevistado a pie de pista y su actitud sigue siendo la de responsable, analizando el partido desde la serenidad como un humilde trabajador, respetuoso con sus adversarios. Acaba de ganar un premio que supera el millón de euros, o sea, se trata de un muchacho de veinticuatro años y tres días, que luce un reloj que vale, según precio de mercado más de trescientos cincuenta mil euros. Estamos ante un fenómeno que levanta dudas razonables, pero que forma parte de un espectáculo, el tenis profesional, que se ha hecho un hueco en las programaciones televisivas siempre que exista un tipo como este manacorí de apellido Nadal ganado trofeos.
Ahora que llega el tornado Mundial de Fútbol, deberían tener como modelo a Nadal y, sobre todo, a las retransmisiones que TVE realiza de este deporte. Una fórmula muy consolidada, un narrador en estadio junto a un especialista y en el estudio otro periodista de continuidad junto a otro ex-tenista, en esta ocasión Alberto Berasategi. Unas dobles parejas con una periodista a pie de pista para las entrevistas, que conforman un equipo que puede solucionar cualquier eventualidad, con un nivel más que aceptable.
Y es que todos los que hablan lo hacen con conocimiento de causa, con datos, con experiencia, con respeto, con recursos teóricos y prácticos, por lo que proporcionan un espacio que dando el relieve adecuado a lo sustancial: el juego, pero su narración y opiniones se convierte en un acto de divulgación de valores, de tácticas, de maneras de afrontar su práctica. Y como además se hace sin anuncios publicitarios, tenemos la oportunidad de vivir un encuentro de este nivel de principio a fin sin más cortes que los razonables en los descansos del propio juego. Este es el modelo Nadal, el que se debe imitar. Pero no es cuestión solamente de diseño, sino de tener a las personas adecuadas. O buscarlas. En fútbol pasa lo contrario, cualquiera habla, opina y simplemente transmiten consignas, no opiniones fundadas.