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Raimundo Fitero

Flojera temática

Abocados a la futilidad de los días en gris, una noche cualquiera, un ectoplasma con mando a distancia recorre las posibilidades de un receptor externo de TDT y acaba volviendo a pensar en que existe un complot cósmico que lleva a que todas las apuestas televisivas emitidas en abierto padezcan de una auténtica flojera temática. En términos un poco más agudos, seguramente se trata de una fragmentación discursiva que parece atacada por un virus paralizante de toda virtualidad divergente. Todos a una. O todos, como mucho, a tres. O está Jesulín, o está la Roja o está Zapatero en alguna de sus muchas apariciones marianas, evangélicas o gores. No parece existir nada más.

Hasta las series se agotan enroscadas sobre sí mismas. En estos momentos no son las ficciones seriadas las que encabezan los resultados de audiencias, algunas en clara decadencia y otras manteniéndose en un plano neutro. Por ejemplo, «Doctor House» malvive, y visitarlo es colocarse ante algo que parece no evolucionado. Vive de un esquema, de una funcionalidad que logra estancar las aguas de sus vías de guión. «CSI Las Vegas» no es lo mismo sin su cuidador de insectos de siempre, pese a que se mantiene el nivel formal de manera excelente. Las de producción propia de las cadenas estatales van del éxito relativo al estrepitoso fracaso, y «Pelotas» que intentaba una ficción de realismo social con buenas interpretaciones ha sido descabalgada de TVE, cadena que mantiene los culebrones más culebrones, mientras los concursos de todo pelaje están esperando que llegue el verano para quitarse de en medio.

La fidelidad de las audiencias a ciertas películas es algo enternecedor de toda visión optimista de la vida. La película «Pretty Woman» recaudó el pasado domingo una audiencia de más de tres millones de telespectadores después de más de una veintena de pases televisados a lo largo de los últimos años. ¿Cómo se combate esto? Seguro que tiene una explicación sicológica y que dentro de tanta nube tóxica política, económica, dejarse mecer por algo tan extremadamente dulce como esta película puede apetecer bastante. Entramos en fase lunar. O mular.

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