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«Baldi» plantea un bucólico encuentro entre el folk, la pastoral y el tibio jazz

Pablo CABEZA

A los veteranos no nos extraña que renazca el sello NO-CD Records (Cruz Gorostegi y Mikel Camino, dos sabios de la música embelesada y ambiental) para publicar el nuevo disco de la zuberotarra Maddi Oihenart, pues los donotiarras se han caracterizado a lo largo del tiempo por producciones relajadas, estilosas, cultas o, simplemente, de buen gusto. De hecho, en otros tiempos «Baldi» entraría en aquel molde que fue la new age donde cabían patrones tales como un estilo de vida espiritual y de expansión de la conciencia. En realidad, un culto a la belleza, los sentimientos, Gaia... Fue un tiempo de fusión de la música instrumental, con predominio del piano, las voces etéreas, el jazz lírico e incluso el folk, con artistas como Loreena McKennitt entre las más populares.

Para Maddi Oihenart, especialmente tímida, y Juantxo Zeberio el proyecto no será ni tan místico ni tan conceptual, simplemente un encuentro musical donde se dejan llevar por la intuición natural unida a la tierra; pero quienes busquen, además, un entorno lírico, relajado, envolvente, aquí tienen una propuesta limpia de paja y fusiones. Emerge la voz de Maddi, temperada, sutil y el piano clásico de Juantxo Zeberio Etxetxipia, a quienes se unen puntualmente el contrabajo de Txema Garcés y el violoncelo y acordeón de Pello Ramirez. Surgen asimismo los apoyos de Hasier Oleaga, la experiencia de Javier Paixariño y la cuerda de Et Incarnatus (un tema). Todos empeñados en circunscribir el mundo etéreo y onírico de «Baldi», que se consigue especialmente en trenzados de aire folk como «Hitz bat», «Kaiola» y «Bizitzak».

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