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Moso, Martínez de Lezea y Arretxe, tres autores para tres estilos diferentes
A. ARRUTI | BILBO
La editorial Erein aprovechó ayer la Feria del Libro de Bilbo para reunir a tres autores, Toti Martínez de Lezea, Jon Arretxe y Roberto Moso, quienes presentaron sus últimos trabajos, diferentes tanto por el público a quien se dirigen, como los registros en los que han sido realizados.
La gasteiztarra Toti Martínez de Lezea, conocida por sus novelas históricas como «La calle de la Judería», «La Herbolera» o «La flor de la argoma», presentó la cuarta entrega -en euskara y castellano- de las aventuras de Nur, dirigida a los más pequeños.
«Nur y la casa embrujada» tiene como protagonista a una niña de once años. La autora explicó que fue su hija quien le pidió un libro para su nieta y que fue en ella en quien se inspiró. «Creo que la buena aceptación que está teniendo es porque es una niña normal, real. No caza vampiros ni tiene poderes. Es como ese niño a quien regalas un tren de juguete y te hace un barco con la caja de cartón».
Con «Fatum», Jon Arretxe nos trasladaba hasta una Lisboa negra. «La calle de los ángeles» es la versión en castellano que el basauritarra definió como «negra, muy negra, sórdida, dura y bastante concentrada». El escritor y viajero confesó que la escribió en la ciudad lusa, en una habitación «de mala muerte». «Nunca me ha resultado tan fácil ambientarme para escribir», ironizó.
En el relato, junto al ex comisario Barbosa, quien sobrevive cantando fados, la propia ciudad se convierte en protagonista. «Lisboa me parece muy literaria, te regala los personajes», dijo Arretxe.
«Novelas hechas polvo»
El periodista y vocalista de Zarama Roberto Moso ha reunido en «Polvo» varios relatos que se han podido escuchar en el programa literario «Pompas de papel» de «Radio Euskadi». «Son como 82 novelas, estrujadas y hechas polvo, de las que queda la esencia», dijo.
Son pequeños flashes, «más bien ácidos», que terminan con un giro inesperado. Cada texto va acompañado de un pequeño dibujo de Alfonso Herrero, quien también fue parte de Zarama. «El reto ha sido dibujar esquivando, sin adelantar el relato y manteniendo la llave del misterio hasta el final», explicó.