El director general de EiTB, Alberto Surio, recibió ayer el premio Víctor de la Serna al periodista más destacado del año, otorgado por la Asociación de la Prensa de Madrid. Antes lo hicieron, entre otros, Francisco Umbral, Carlos Herrera, Arsenio Escolar, Jesús Hermida, Iñaki Gabilondo, Matías Prats... por citar a algunos de los más conocidos. Fue Víctor de la Serna un inspector de enseñanza primaria muy aficionado a la escritura, que terminó dedicándose a esto del periodismo. Fundó «La Región» en Cantabria y, tras abandonar el ambiente de provincias, se trasladó a Madrid y llegó a dirigir, entre otros, el diario «Informaciones». Antes que él, manejó este rotativo Juan Sarradell, que dijo cosas como ésta: «La dictadura debe evitarse, ciertamente. Pero una vez que las circunstancias hacen que surja, no hay sino admitirla con todas sus secuelas». Para que vean.

Pero no quisiera perder el hilo, así que volvamos a Surio. Si bien se mira, el nombre del actual director de EiTB destaca entre el resto de los galardonados. Entre otras cosas, por su juventud. No seré yo quien menoscabe su trayectoria profesional, nada más lejos de mi intención. Fue brillante pluma como corresponsal político en «Diario Vasco», aunque, a diferencia de Víctor de la Serna, nunca llegó a salir de provincias. Sí logró, empero, alcanzar uno de los puestos con mayor influencia en el ámbito del periodismo vasco: dirigir la televisión pública vasca. Y eso engorda el currículum una barbaridad. Claro que si se lee la letra pequeña... En un año, Surio ha visto cómo la audiencia de la televisión del txori ha perdido un tercio de su audencia. No digo yo que toda la culpa sea suya, pero alguna responsabilidad tendrá. O mucha, según se mire.

En realidad, no me cabe duda de que los telespectadores vascos han decidido dar la espalda a EiTB, a Alberto Surio y a su higiene democrática en la pequeña pantalla. No sólo por el más que evidente sesgo político, que también, sino por esa uniformidad forzada que ya hace imposible distinguir los medios públicos vascos de los del resto del dial. Quizá por eso premian a Surio en Madrid.