EL PAIS Editorial 2010/6/18
Paz, verdad, perdón
El primer ministro de Reino Unido, David Cameron, ha expresado su «profundo pesar» por la matanza del Domingo Sangriento de hace 38 años en Derry, Irlanda del Norte: 14 personas resultaron muertas y 12 heridas por disparos de los soldados británicos. Aquel episodio provocó una radicalización que hizo de 1972 y los cuatro años siguientes el periodo más sangriento del conflicto (1.486 muertos).
Hace décadas que quedó establecido que fue un grave error haber enviado a un regimiento de paracaidistas, entrenado pero sin información sobre las circunstancias locales, frente a unos cientos de jóvenes y adolescentes que les provocaban lanzando piedras. Pero no hubo aceptación de responsabilidades e incluso una primera investigación oficial, realizada poco después de los hechos, que exculpó a los militares alegando que se habían limitado a responder a disparos de miembros del IRA emboscados entre los manifestantes.
El reconocimiento expresado por Cameron estaba motivado por la publicación, ese mismo día, de las conclusiones de la investigación sobre aquellos sucesos iniciada hace 12 años (en el marco del proceso de paz) y en las que se rechaza categóricamente esa primera versión y se establece que los soldados dispararon «de manera injustificada e injustificable». Aunque el informe rechaza que se tratase de una operación premeditada, evita toda casuística exculpatoria.
Ello, más el tono de sinceridad del primer ministro al reconocer la matanza y pedir perdón «en nombre del Gobierno y del país», ha tenido el efecto de serenar las reacciones de los familiares de las víctimas. Cuando hasta el IRA pidió perdón en 2002 por sus asesinatos de civiles desarmados, es posible que ese efecto se hubiera producido hace años si las autoridades británicas hubieran admitido en su momento que resultaba inverosímil que lo presentado como intercambio de disparos hubiera producido 26 víctimas en un lado (entre muertos y heridos) y ninguna en el otro. (...)