Otra clase práctica del plan de convivencia
Iñaki IRIONDO
Según la Ley 4/2008 del Parlamento de Gasteiz, toda «víctima del terrorismo» es «ciudadano inocente» desde el mo- mento mismo en el que sufrió un atentado. Y se añade que «la significación política de las víctimas del terrorismo exige el reconocimiento social de su ciudadanía». En el recientemente aprobado plan «Convivencia democrática y deslegitimación de la violencia» se aprende que las víctimas «representan de una forma u otra la pluralidad porque no encajaban en la visión uniforme y homogénea de sus agresores». Y se añade que «la causa por la que fueron agredidas se convierte así en elemento constitutivo de los valores democráticos».
Para que se entienda, esto quiere decir que, por ejemplo, Melitón Manzanas y Luis Carrero Blanco son ciudadanos inocentes que encarnan los valores democráticos, al igual que un guerrillero de Cristo Rey que sembraba el terror en Ezkerraldea se convierte en alguien capaz de dar lecciones de democracia en el Parlamento de Gasteiz porque ETA atentó un día contra él.
Pero este efecto purificador sólo lo tienen algunas organizaciones armadas. Un torturador pasa a ser un demócrata o un traficante de drogas, un ejemplar ciudadano digno de homenaje si lo mata ETA. Los GAL o el Batallón Vasco Español, sin embargo, no lavan tan blanco. Así Ramón Oñederra no merece estar en ningún «mapa de la memoria» y hablar bien de Argala es motivo de cárcel, aunque ambos estén en los listados de «víctimas del terrorismo» del Gobierno de Lakua. La Ertzaintza y la Audiencia Nacional se encargan de poner las cosas en su sitio.
A nadie se le oculta que este país va a necesitar afrontar con seriedad las consecuencias de décadas de violencia política, y será preciso resarcir a las víctimas, hablar de los combatientes y buscar la verdad, también sobre detenciones irregulares, torturas, juicios sin garantías y otras tropelías. Pero lo que se está haciendo en nombre de «las víctimas» es un intento del nacionalismo español de cambiar la historia de Euskal Herria, es un arma para tratar de tomar ventaja en el combate ideológico. Lo llamativo es que partidos abertzales hayan contribuido a ello aprobando leyes que sabían serían parciales.