Al menos diez soldados turcos murieron ayer en dos ataques de los rebeldes kurdos, los más importantes de estos dos últimos años, que fueron respondidos inmediatamente por la Fuerza Aérea de Turquía contra asentamientos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en la zona de la región situada al norte de Irak.

Los ciudadanos turcos se apresuraron a condenar lo sucedido y numerosos eventos deportivos y culturales fueron suspendidos en diferentes puntos del país.

El primer ataque lo llevó a acabo un grupo de rebeldes kurdos en la noche del viernes al sábado contra un puesto militar cerca de Semdinli en la frontera que administrativamente separa Turquía e Irak. Un comunicado militar precisó que ocho soldados murieron a consecuencia de esta acción, y otros tantos resultaron heridos.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, calificó de «cobarde» el ataque y reiteró que no cambiaría la determinación de su país de luchar «hasta el final» contra el PKK.

El Ejército dijo que al menos doce rebeldes murieron en la respuesta al atentado, que se llevó a cabo con apoyo de varios helicópteros.

Por otro lado, dos soldados murieron y otros dos resultaron heridos por la explosión de una mina a control remoto en la misma región, según fuentes locales de seguridad.

Desde marzo, 130 rebeldes y 43 miembros de las fuerzas de seguridad han muerto, según datos oficiales.

La violencia ha aumentado desde que, en su anuncio de mayo, el encarcelado líder del PKK, Abdullah Öcalan, indicara que abandona sus esfuerzos por dialogar con Ankara.