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«Cuando una persona se enfrenta a una máquina siempre hay cierto temor»

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Ricardo Iglesias

Artista

Este creador (Madrid, 1965) ha centrado su trabajo en la aplicación de las nuevas tecnologías al arte. Su especialidad: las instalaciones reactivas con elementos robóticos. Estos días ha presentado en Barcelona, en el Festival de Música Avanzada y Arte Multimedia Sónar, el proyecto «Surveillance Cameras, they are alive», becado por KREA, el centro de cultura contemporánea de Gasteiz.

Itziar AMESTOY | GASTEIZ

Estos días ha estado en el Sónar, ¿qué ha presentado?

Mi trabajo es un sistema de cámaras de vigilancia. Cámaras que están vivas, que van persiguiendo a la gente. El contexto es mostrar cómo esos sistemas de vigilancia se van extendiendo por las ciudades.

Sin embargo, es una primera versión del proyecto de KREA.

Lo que hemos presentado ahora mismo son dos robots. Se puede tomar como un sistema limitado con respecto a lo que nosotros queremos montar más adelante. Operativamente, tiene toda la extensión de lo que más o menos tendrá en un futuro.

¿Cómo será cuando esté completado?

Utilizaremos entre cuatro y seis robots, siempre depende del espacio. Usaremos más cámaras de control de sistema; ahora estamos utilizando dos, que son zenitales, y en un futuro habrá cuatro. Esto nos sirve de prueba en un espacio real. Hasta ahora hemos estado trabajando en el taller y, al sacarlo al público, es interesante ver cómo se enfrentan las cámaras al público y el público con las cámaras.

¿Qué reacción busca en ese público?

A nivel de concepto, que sea consciente de esta situación de una sociedad de vigilancia. Y luego, ver realmente cómo se enfrentan a unas cámaras, a unos robots, que les están persiguiendo. Muchas veces, aunque los robots son amigables, cuando una persona se enfrenta a una máquina y no conoce muy bien su funcionamiento, siempre hay un cierto respeto o un cierto temor.

Puede resultar un poco incómodo...

La idea sería justamente esa: que las cámaras se le hagan al público lo más incómodas posible.

Por tanto, ¿detrás de la instalación hay una crítica al uso de cámaras de videovigilancia?

Por supuesto. Ahora mismo, en prácticamente todas las ciudades hay un incremento exponencial de cámaras de videovigilancia. Se han realizado estudios en los cuales se ha demostrado que las cámaras de videovigilancia no evitan el crimen. Es un sistema que se vende como una situación preventiva, cuando realmente no prevé nada. Lo único que están haciendo es ponerte más cámaras para controlarte. El hecho de tener más cámaras no significa más seguridad.

¿Entonces, qué se busca: una falsa sensación de seguridad o es que ha crecido la desconfianza hacia el de al lado?

Son un poco las dos cosas. En parte, el sistema político que dice que vamos a incrementar la seguridad y la mejor manera es poniendo sistemas automáticos de detección de personas. Por el otro, es cierto que en la sociedad normal en la que nos movemos hay un cierto miedo al vecino. El recelo con respecto al desconocimiento de la otra persona va en aumento.

¿Cómo surgió este proyecto?

Surgió de un par de escritos de un periódico. Hablaba de un incremento de 10.000 cámaras que se iba a hacer dentro del Ayuntamiento de París. Se iban a utilizar también aviones de vigilancia para controlar los suburbios. Me parecía una situación excesiva.

Comenta el ejemplo de París, pero no es una medida aislada.

Desde hace año y medio que lo leí, continuamente tienes una noticia de uso de cámaras de videovigilancia. En Nueva York querían copiar el sistema que tienen en Londres, con un gasto de millones. En Barcelona es lo mismo. Hace una semana una noticia decía que lo que más ha aumentado en denuncias a nivel de usuarios es el uso indiscriminado de cámaras. Lo que el defensor del pueblo más está recibiendo son noticias de ciudadanos que se quejan de una cámara que «teóricamente debería estar enfocando a un comercio, pero graba mi casa, mi portal y o mi taller».

Un choque frontal con el derecho a la intimidad.

Ése es el problema, que no sabemos dónde está el límite que separa entre buscar una seguridad entre nosotros dentro de una sociedad y cuándo llega el límite de que todos somos animales. Entonces empezaremos con el control y palo.

Una sociedad que ya describía George Orwell en su novela «1984».

Va un poco por ahí. Creo que el problema es que, una vez que se traspasa ese límite, ya no hay marcha atrás. Ya resulta admisible, la gente lo ve normal. Ahora mismo vas a un supermercado y ves normal que haya cámaras. Te dicen que es así. Es así porque lo hemos asumido, pero no tendría por qué serlo.

¿Considera el Sónar de Barcelona un lugar idóneo para presentar esta idea?

Es una plataforma muy buena para mostrar este tipo de trabajos. Para todo lo que sea arte y tecnología resulta complicado encontrar un espacio idóneo. En lo que respecta a las galerías de arte es muy difícil, porque no es un trabajo pensado para su venta.

¿Qué recorrido ha tenido hasta llegar al Sónar?

El desarrollo se ha realizado dentro de Hangar, un centro de producción de audiovisuales de Barcelona y con ayuda de KREA. Pienso que, si yo he podido hacer el proyecto con las ayudas que me han concedido, el software debe ser gratuito y lo será en las próximas semanas, para que cualquier persona lo pueda coger, modificar y utilizar.

LÍMITES

«Una vez que se traspasa un límite, ya no hay marcha atrás. Resulta admisible y la gente lo ve absolutamente normal. Ahora mismo vas a un supermercado y ves normal que haya cámaras»

videovigilancia

«La idea surgió de un periódico. Hablaba de un incremento de 10.000 cámaras en París y de que se iban a utilizar aviones de vigilancia para controlar los suburbios»

Sónar, un concepto nuevo de arte y música

El Sónar es el Festival de Música Avanzada y Arte Multimedia que se celebró desde el día 17 hasta ayer. Por primera vez en las diecisiete ediciones que lleva ya a sus espaldas, este año se ha celebrado en dos emplazamientos simultáneamente con motivo del Año Xacobeo; en Barcelona y en A Coruña.

Este festival se caracteriza por ser un punto de encuentro tanto para un público procedente de todo el mundo y ávido de novedad, como para los profesionales que encuentran en el marco del festival el lugar ideal para hacer negocio y contactos.

Además, por segundo año consecutivo, junto a toda la oferta dirigida a los jóvenes, los días 12 y 13 de este mes se celebró el Sonarkids, una serie de actividades y experiencias creativas para niños y padres ubicada en el Museo de Arte Contemporáneo y en el Centro de Cultura Contemporánea. Entre ellas, no faltaron los conciertos en los cuales los músicos y DJ´s como Jimi Tenor o The Pinker Selectors cambiaron su discurso musical habitual adaptándolo a su joven público; y además, se realizaron talleres como la transformación de piezas de ropa con el diseñador Josep Abril, colorear un mural junto al famoso ilustrador Jordi Labanda o un taller de arquitectura y otro de street art.

En esta edición se ha podido disfrutar de 154 actuaciones en Barcelona y actividades de artistas llegados desde 24 países diferentes en la capital catalana. Entre ellos, The Chemical Brothers, Roxy Music o LCD.

Mientras tanto en A Coruña, en el recinto de EXPOCoruña, han podido disfrutar de 42 propuestas que formaban parte del cartel catalán, más actuaciones en exclusiva de anbb/ Alva Noto, Blixa Bargeld, Sasha y Laurent Garnier.

Terminada esta edición, sólo falta pensar en la del año que viene. Pero, para los afortunados que puedan asistir, Sónar celebrará del 9 al 11 de setiembre la primera edición de Sónar Chicago.

Maddalen LARRINAGA

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