Amenazas a la iniciativa política
El acuerdo independentista suscrito el pasado domingo en Bilbo por la izquierda abertzale y EA ha suscitado diversas reacciones, muchas de las cuales revelan el temor a que los independentistas vascos se reúnan en un mismo espacio político, en torno a unos mínimos como los concretados en ese acto y a que se ponga en valor de una vez por todas su verdadera dimensión dentro de la sociedad vasca.
Entre esas reacciones no han tardado en hacerse oír las voces estridentes de la «autoridad», la del consejero de Interior del Gobierno de Lakua, Rodolfo Ares, y la del ministro español de Justicia, Francisco Caamaño, quienes amenazaron ayer con extender el apartheid político a EA. Detrás de su manido discurso, cada vez más desnudo, no queda más que la dificultad, cada vez más peliaguda, de disimular que en realidad su autoridad es sierva del autoritarismo. El debate no es, tal y como afirmaban hasta ahora, sobre los métodos para alcanzar un escenario democrático en su más amplia expresión; lo que ocurre es que, en contra de la cantinela que han venido repitiendo durante décadas asegurando que «en democracia todo es posible», en el caso del Estado español esa afirmación es falsa. Y no porque, en abstracto, en democracia cualquier objetivo que cuente con el respaldo de la sociedad no sea posible, sino porque la cultura democrática de ese Estado en concreto es pobre, deficitaria, subdesarrollada. Sólo así se puede entender que respondan con la amenaza a la iniciativa política. Ese proceder tan habitual expresa la obsesión electoral y de la debilidad política del unionismo español, reflejo del pánico a que el independentismo vasco ostente su representación real, también en las instituciones.
Mejor harían en preguntarse por qué la aspiración independentista de este país es un valor en alza a pesar de tanta represión y manipulación. Saben que la apuesta independentista ratificada el pasado domingo en el Euskalduna es estratégica, y deberían saber que las amenazas difícilmente podrán hacer mella en ella.
