MUNDIAL Grupo D Ozil volvió a ser determinante
Pasaron los mejores, pero los «aussies» le pusieron el picante
La gran igualdad provocó que los cuatro equipos estuvieran durante algunos tramos al borde de la eliminación o con opciones de poder pasar a octavos.
Natxo MATXIN
Fue justo el grupo D con los méritos que en la primera fase acumularon los cuatro combinados que lo conformaron. Alemania, por su fútbol, se ganó a pulso el primer puesto, aunque seguro que no le gustará su cruce con Inglaterra, y Ghana, como mejor selección africana y más consistente, materializó también el pase y, curiosamente, tendrá una eliminatoria a priori bastante más asequible y equilibrada contra EEUU.
El protagonista volvió a ser Ozil, un futbolista tan intermitente como decisivo. Una volea suya inclinó la balanza del lado teutón en un envite que hasta ese gol fue de ida y vuelta, con los de Loew llevando la iniciativa, y una Ghana muy peligrosa a la contra, pero excesivamente fallona en los metros finales.
Australia, por su parte, ha ido de menos a más y le puso el picante a la última jornada. Como Sudáfrica el martes, los aussies llegaron a soñar con repetir la clasificación de hace cuatro años, cuando cayeron después ante la futura campeona. En su momento más álgido -vencía 2-0-, necesitaba un gol suyo y otro germano para culminar el éxito. La goleada en el primer partido ante los teutones les pasó factura a los oceánicos.
La decepción la encarnó Serbia, al que de nada le sirvió su victoria ante la actual subcampeona europea, y que volvió a defraudar a su afición ante un oponente teóricamente más débil como era Australia. Aun y todo, los de Antic dispusieron de seis minutos más el descuento para empatar a dos, un resultado que hubiera posibilitado su pase y la eliminación de Ghana.
Los balcánicos pagaron con creces el gran desacierto del que hicieron gala durante la primera mitad, amén del acierto bajo los palos de Schwarzer -también falló en el 2-1-, y, tras el paso por vestuarios, fueron sorprendidos por una Australia que no dejó de creer en sus remotas posibilidades.