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Derecho de autodeterminación frente a la imposición del nacionalismo español

El próximo sábado se iniciarán con apenas media hora de diferencia sendas manifestaciones en Donostia y Barcelona con unos lemas muy similares: «Nazioa gara. Autodeterminazioa» y «Som una nació. Nosaltres decidim». La primera ha sido convocada por tres fuerzas soberanistas vascas -izquierda abertzale, Eusko Alkartasuna y Alternatiba-; la segunda, por una entidad, Òmnium Cultural, constituida en 1961 para «trabajar por la normalización de la lengua catalana, la cultura y la identidad nacional de Catalunya». Ambas convocatorias irán sumando adhesiones de agentes sociales, sindicales y políticos de sus respectivas naciones a lo largo de los próximos días.

Esas dos imágenes tendrán raíces y matices distintos pero surgen frente a una realidad objetiva común: la constante negativa del Estado español a reconocer las identidades nacionales de Euskal Herria y Catalunya; y la necesidad de construir nuevos marcos jurídico-políticos que permitan expresar esas identidades en todos los ámbitos y ejercer todos los derechos que les corresponden por vías políticas, pacíficas y democráticas.

El fallo del Tribunal Constitucional español sobre el Estatut catalán, conocido el pasado lunes, marca el contexto en el que se desarrollarán ambas movilizaciones. Como ha aclarado el propio presidente del Gobierno español y líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, esta sentencia supone «el fin de todo el proceso de descentralización y más autogobierno». En esta frase se resume el doble objetivo estratégico del nacionalismo español: por un lado, la actual configuración del «Estado de las autonomías» no da más de sí, por lo que quienes representan políticamente a la nación española no están dispuestos a seguir jugando a la «cesión de transferencias» para mantener el apoyo político de los sectores «moderados» de los nacionalismos catalán y vasco; por otro, el mensaje de ese nacionalismo español tiene que ser maquillado para no provocar una mayor desafección de la que ya existe en las sociedades vasca y catalana hacia la «España una e indisoluble».

El marco del debate

Zapatero sabe que ligar en la misma reflexión «más autogobierno para Catalunya» con «sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut» no supera la prueba del algodón del principio de no contradicción: ambas afirmaciones no pueden ser verdaderas al mismo tiempo porque una niega a la otra. No obstante, no se debe caer en la tentación de calificar de débil a esta táctica comunicativa, porque lo que busca el nacionalismo español es debilitar los argumentos de los nacionalistas catalanes y vascos llevando el debate a su campo de juego.

Los dirigentes del PSOE, incluso los del PP más cercanos a la realidad catalana, no quieren debatir en términos democráticos sobre la existencia de la identidad nacional catalana, o la vasca, porque saben que en ese terreno sus discursos ya han sido derrotados. La realidad social de Catalunya se define más claramente con el lema «Som una nació» que con cualquier sentencia emanada de la Constitución española.

Y lo mismo ocurre en Euskal Herria aunque la estructura sociopolítica y el contexto actual sean diferentes en muchos aspectos a los de Catalunya. Esas diferencias nunca han impedido que se construyan estrechos lazos entre ambas naciones y a estas alturas ni siquiera es necesario poner ejemplos para constatar que esa relación especial entre ambas sociedades civiles y políticas es una realidad. Pero tampoco conviene olvidar las diferencias porque, si bien en muchos casos nos enriquecen mutuamente, en otros vienen a constatar que Euskal Herria y Catalunya son dos identidades nacionales distintas entre sí que evolucionan de forma distinta.

Resulta curioso que quienes, desde el nacionalismo vasco «moderado», se desmarcan en un principio de la convocatoria de Donostia tengan tanto empeño en resaltar al mismo tiempo su adhesión a la de Barcelona. Es previsible que el espectro político que secundará la manifestación en la capital catalana sea más amplio que el que se dará cita en la guipuzcoana, pero es conveniente hacer un poco de memoria, y no confundir la suma de siglas con la representación social de los partidos políticos, para explicar por qué en Catalunya y en Euskal Herria la evolución del nacionalismo en las últimas décadas está siendo, a veces, tan distinta.

Antes incluso de que el dictador Francisco Franco muriese, en nuestro país ya se había constituido un amplio frente social favorable a la autodeterminación; lo mismo sucedía entonces en Catalunya. En los inicios de la «transición española», hasta los dirigentes del PSE/PSOE -que aglutinaba a las estructuras del partido en los cuatro herrialdes del sur- se pusieron al frente de pancartas con el lema «Autodeterminazioa»; y así lo hacían en su país los del Partit dels Socialistes de Catalunya. Es evidente que ahora el PSE-EE/PSOE no está dispuesto a ponerse tras la misma pancarta que el PSC; y según lo anunciado ayer mismo por sus portavoces, PNV y Aralar prefieren seguir el camino del PSE-PSOE, dando un rodeo por Barcelona, en lugar de apostar por sumar fuerzas en Donostia.

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