GARA > Idatzia > Ekonomia

Análisis | Mercados a la deriva

Las bolsas no despegan en el primer trimestre por el miedo a los déficits

Cuando se han dejado llevar por noticias puntuales que auguraban una recuperación económica, los mercados ponían rumbo a las ganancias. Pero cuando era al contrario, los fuertes descensos parecían abocarlos a la catástrofe

p036_f01_148x092.jpg

Alberto CASTRO Analista bursátil

El autor señala que en el primer semestre del año las bolsas se han encontrado a la deriva, entre los anuncios de la recuperación económica y el miedo a los déficits de los estados europeos, que han provocado ajustes que ponen en peligro el propio crecimiento de la economía.

Los mercados de renta variable no terminan de dar con la tecla que permita augurar un desenlace positivo al final del ejercicio. La incertidumbre de los primeros meses del año, cuando Grecia tuvo que recurrir a la ayuda de sus socios europeos, ha ido aumentando de forma alarmante debido al toque de atención de los elevados déficits acumulados por algunos miembros de la UE. La crisis de las finanzas públicas en Europa ha trastocado, por tanto, todos los pronósticos anteriores de crecimiento, ya de por sí muy moderados. Así, las bolsas siguen sin despegar y todos los índices europeos, a excepción de Fráncfort (+0,14%), presentan pérdidas al cierre del primer semestre. El Ibex se hunde un 22,42%, mientras que el CAC 40 resta un 12,54%.

La preocupación por el alto déficit público, especialmente asfixiante para los llamados estados periféricos de Europa, ha provocado una tormenta de reformas que amenazan los pronósticos de leve recuperación de la economía realizados en el primer trimestre. Las reformas laborales, el recorte generalizado de los gastos sociales, las subidas de impuestos indirectos o las rebajas en las pensiones se han presentado como el único salvavidas de garantía para la economía europea. Todas estas medidas, pese a lo que se diga en su defensa, son una drástica amputación de los derechos logrados por los ciudadanos durante largos años.

El foco del ajuste se ha colocado sobre los agentes que no han tenido relación alguna con la generación de la crisis sobrevenida en 2007. Existe un acuerdo tácito mundial al señalar que fueron las entidades financieras, sobre todo de Estados Unidos, las que crearon productos complejos y los extendieron por todo el mundo hasta comprobarse que no tenían un respaldo solvente. De ahí, como se sabe, se pasó a la crisis del crédito, el cierre de las líneas de apoyo a las empresas y la desconfianza entre los propios bancos.

Ahora, los estados deben cargar con las consecuencias de sus generosos avales al sistema financiero y del aumento del gasto destinado a promover la actividad económica, por lo que han puesto en riesgo su propia solvencia, como lo delatan los miedos a impagos de deuda soberana. Por este motivo, se asiste con verdadero pavor al aumento del diferencial de deuda con Alemania por parte de los estados periféricos europeos. Esta situación exige mayores desembolsos en cada colocación para poder seguir financiando la deuda. Es, en definitiva, una espiral que debiera detenerse a corto plazo por el bien de la viabilidad del proyecto europeo.

Y de ahí que el propio BCE incida en señalar que el descalabro de las finanzas públicas es el riesgo principal para la estabilidad financiera.

En el reciente encuentro del G-20 se ha tratado de dar forma a una respuesta conjunta a la crisis, pero no se ha sustanciado con acuerdos de obligado cumplimiento. Como ejemplo, el control de los mercados financieros sigue estando en el aire y pendiente de un mayor compromiso, así como la imposición de una tasa a los bancos a fin de evitar que desencadenen otras crisis económicas. Lo mismo sucede con la implantación de nuevos límites de capital, que no será tratada hasta noviembre en Seúl. Como hasta ahora, serán los estados los únicos encargados de llevar adelante, a su modo, las recomendaciones sugeridas en el texto final del encuentro. Los optimistas se dan por satisfechos con el pacto de reducción de los déficits al 50% para 2013.

Un paso más adelante se encuentra EEUU, con un proyecto, para otorgar mayores atribuciones de control a los organismos gubernamentales y aumentar las exigencias para la gestión de los riesgos. Además, se impondrán límites a las remuneraciones de los altos directivos y se obligará a las agencias de ráting a divulgar sus métodos y mantener bajo control su relación con las firmas calificadas.

Mientras tanto, en Estados Unidos se está abriendo paso una mayor solidez en sus cifras macroeconómicas, aunque también hay motivos de preocupación por algunos datos de vivienda y empleo de los últimos meses. Ambos factores son determinantes para sostener el crecimiento, toda vez que la confianza del consumidor ha tenido una buena evolución hasta el mes de mayo. En junio, sin embargo, el índice del Conference Board sufrió un brusco descenso por el miedo al desempleo. Queda por saber si con la retirada de los estímulos económicos se puede poner fin a esa línea ascendente de mejoría apuntada en el año. Para sostenerla, la Reserva Federal ha decidido mantener un tiempo largo los tipos de interés en niveles bajos históricos y la Administración Obama sigue adelante con sus planes de incentivación de la actividad. El desempleo, que alcanzó el 9,5% en junio, se presenta como el principal escollo.

En Europa, se ha producido a lo largo de este primer semestre una caída continuada del euro que transmite una evidente falta de confianza. Como contrapartida, los países exportadores de la UE, como Alemania o Francia, se están beneficiando ya de contar con precios más competitivos. Con todo, las proyecciones de crecimiento no son estimulantes en la Unión -el PIB del primer trimestre creció un 0,2%-, sobre todo tras la implantación de los programas de ajuste. Además, el paro se mantiene alto, -10% de media en la eurozona-, aunque las diferencias entre los estados es amplia.

Como respuesta a esta situación, los mercados, cuando se han dejado llevar por noticias puntuales que auguraban una recuperación sostenida de la economía, ponían rumbo a las ganancias. Pero cuando era al contrario, y las dudas sobre la capacidad de los estados para hacer frente a su deuda se imponían, los fuertes descensos parecían abocar a los mercados a la catástrofe. Por tanto, ha sido un semestre con las bolsas a la deriva, pero con algunas excepciones de mérito a la hora de los balances. Es de destacar la resistencia de Fráncfort, que finaliza junio con un ascenso testimonial. Por su parte, el Ibex, lastrado por el colapso del sector inmobiliario, el déficit público, el paro y la deuda, se derrumba un 22,42%, en su peor primer semestre de la historia. París (-12,54%) y Londres (-9,16%) también terminan con pérdidas, aunque a larga distancia. Las caídas de los índices principales de Wall Street rondan el 5%.

En el Ibex, sólo Iberia, Inditex y Criteria presentan ganancias. Hasta 23 valores, incluidos BBVA, Iberdrola, Santander y Telefónica, descuentan más de un 20%. Los peores son Sacyr (-48,75%) y FCC (-40,14%). En París, Pinault-Printemps (+22,80%) lidera a los 13 ganadores del semestre, en tanto Alstom (-34,79%) es el más castigado.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo