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España habló: «¡Vivan las cadenas!»

Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista

España ha hablado. El Constitucional, ese juez de parte, ha culminado el cepillado del Estatut catalán, dejándolo calvo. ¿Un atisbo de justicia propia? Ni por esas. ¿Lengua preferente? El castellano. Y del dinero, y su gestión propia, rien de rien. A seguir «solidariamente» financiando los déficits de otros y, de paso, perdiendo peso a manos llenas en el conjunto de la atribulada economía estatal.

Una operación perfecta servida en un envase de chiste. Tras cuatro años de espera y de ridículo, los jueces españoles han completado la terna. Zapatero mintió -otra vez- cuando prometió respeto a la decisión del Parlament. El PP acudió en su ayuda interponiendo el recurso -junto con, no se olvide, el defensor del pueblo español, Enrique Múgica Herzog-, y el Constitucional ha completado la jugada arramblando con aquello con lo que no se atrevió el jacobino ex vicepresidente Alfonso Guerra, quien contó entonces con la inestimable ayuda de CiU en el primer tijeretazo al texto.

Ahora es el momento de escenificar. PSOE y PP se imputan recíprocamente la derrota pero no ocultan su satisfacción. Con las cuestiones de Estado no se juega.

Y los partidos catalanes ya han empezado a hacer el ridículo. El PSC anima a recoger las migajas. CiU prepara el asalto a la Generalitat. Y ERC no sabe cómo salir del entuerto al que le han llevado sus cálculos políticos.

España ha hablado y ha recordado, en la sentencia y hasta en ocho ocasiones, su «indisoluble unidad». Y ha vuelto a dar la razón a los independentistas. ¿Habrá logrado convencer a los posibilistas de que seguir casado con alguien tan inseguro que te insulta, negándote el pan y la sal, no es inteligente? Ahí está la clave.

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