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Crónica | Disturbios en Urumqi

Un año después, la situación de los uigures ha empeorado

Un año después de los disturbios étnicos que estallaron en Xinjiang (Turkestán Oriental), Beijing se ha reafirmado en su intención de garantizar la seguridad en el noroeste musulmán de China, pero sin mejorar la difícil situación de los uigures y con el riesgo de que se originen nuevos enfrentamientos, advierte Ilham Tohti, militante de la causa uigur y profesor de Economía.

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«La situación de los uigures va de mal en peor en Xinjiang», opina Tohti en una entrevista concedida a AFP desde su pequeño despacho en el campus de la Universidad de las Minorías Étnicas de Beijing, donde imparte clases sometido a una estrecha vigilancia.

«En esta atmósfera, es muy difícil un acercamiento entre los uigures y los han, los inmigrantes y los autóctonos. Esto es un problema enorme, pero el Gobierno no ha puesto en marcha ninguna estrategia a tal efecto», señala.

Parte de los ocho millones de uigures -etnia de origen turco, mayoritaria en Xinjiang- se quejan de que son excluidos de los beneficios del crecimiento y denuncian una discriminación religiosa y cultural en su contra.

El 5 de julio de 2009 estalló una ola de violencia en Urumqi, capital de Xinjiang, entre uigures y han (grupo étnico mayoritario en China), que provocó, según los datos oficiales, alrede- dor de 200 muertos.

Los enfrentamientos comenzaron tras una manifestación pacífica para exigir una investigación sobre la muerte de dos uigures en una fábrica del sur de China. Las autoridades chinas atribuyeron los disturbios a «separatistas étnicos», pero no aportaron pruebas que avalaran su acusación.

«Somos como los gitanos»

En otra entrevista concedida a Efe, señala que «no puedo culpar por completo al Partido Comunista o a los chinos han de nuestras desgracias. Aunque tuviéramos democracia, no habría solidaridad hacia nosotros, somos como los gitanos».

Respecto a la etnia han declara que «no son enemigos de los uigures, tenemos los mismos problemas: la corrupción del régimen, la expropiación de tierras, la censura...»

Explica que la fe musulmana es parte de su cultura, «pero somos distintos a los árabes. China ha aprovechado con éxito los conflictos en esos países y los malentendidos occidentales sobre los musulmanes». Pero añade que «los uigures estamos siendo olvidados», y afirma que «esos países temen a China, dependen de China, Los países de Asia Central, también. La nación uigur es cada vez más débil».

Si el mundo musulmán no hace nada por ello, mucho menos Occidentes, asegura a Efe

Ilhan Tohti ha sido detenido en más de una decena de ocasiones en la última década por criticar las políticas étnicas del régimen chino en su región, y durante aquellos enfrentamientos estuvo desaparecido durante seis semanas en cárceles chinas.

Las autoridades comunistas también habían pedido el cierre de su web, porque cuestionaba la gestión del poder en la región, al tiempo que abogaban por un acercamiento entre las dos etnias, señala AFP.

Tohti mantiene desde entonces su portal de internet en un servidor extranjero y ha vuelto a dar clases en la universidad, calibrando mucho sus palabras para no provocar la ira del régimen.

«Nada ha cambiado»

En abril, Beijing sustituyó al líder del Partido Comunista Chino (PCCh) en Xinjiang, el muy impopular Wang Lequan, y se comprometió a impulsar el desarrollo económico de la región.

Pero «nada ha cambiado en realidad excepto la propaganda», asegura Tohti a AFP mientras fuma un cigarrillo tras otro.

«Es como si alguien fuera a la farmacia porque le duele la cabeza y le dan un medicamento para el dolor de pies», señala, remarcando sus palabras con grandes suspiros de desilusión.

«Debemos instituir una vida económica y cultural», preconiza. «Ése es el respeto que necesitamos», subraya.

Estratégico, rico en recursos naturales, Xinjiang se ha beneficiado de los esfuerzos inversores de Beijing, pero los uigures se consideran excluidos del fuerte crecimiento chino. En lugar de atacar la raíz del mal, las autoridades, obsesionadas por la estabilidad, han apostado sobre todo por la seguridad.

 

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