Resulta curioso que en un lugar tan remoto, duro y aislado como es Stewart Valey en Baffin dos expediciones hayan coincidido durante la pasada primavera. Ambos grupos iban exactamente en busca de los descrito, pero, asimismo, se puede asegurar que la nueva aventura siguió los cánones establecidos.

Dos grupos con extensa experiencia en grandes paredes. El primer grupo, el liderado por el galés Mike Turner, ya pasó hace unas pocas semanas por estas páginas. Adelantábamos que Turner junto a Stuart McAleese y Mark Thomas abría una nueva ruta: «Artic Monkeys».

La segunda cordada nos presenta su nueva experiencia en tierras árticas. Dos catalanes: Josep María Esquirol y David Palmada. Esquirol, «Tato» para los amigos, un alpinista en toda regla, un todoterreno que sabe manejarse a las mil maravillas en los distintos estadios que le exige la actividad.

Palmada, «Pelut» para los colegas, esencia pura del artificial extremo; un excelente alquimista que sabe sacar el mejor provecho a toda la cacharrería de artilugios del artificial.

Eso sí, los protagonistas catalanes apostaban por un escenario nada habitual en sus prácticas. Buscaban en Stewart Valley un paredón (los hay a decenas) para poner en práctica su sabiduría. El alpinista, Esquirol, se ha quedado muy a gusto con el resultado; Palmada también, pero hubiera preferido un big wall más ortodoxo. Y lo decimos, porque el resultado de la actividad de esta cordada se resume en una apertura de una vía completa de 2.000 metros. Sí, completa en todos los sentidos; sólo hay que echar una mirada a sus dificultades para darse cuenta de qué se coció duran- te la apertura de «Sensacions». Sus cifras: C4, M6, 6c+ y 60º. Es decir: artificial, mixto y libre.

De esta forma, «Sensacions» se convierte en la primera vía del Estado español que se abre en Stewart Valley. Una de las escasas líneas de la zona, como asegura Palmada: «Como mucho habrá diez vías en todo el valle; nosotros contamos siete».

«Sensacions» no es el único nombre que han dejado en esa zona de Baffin. Los escaladores catalanes también han bautizado la pared (Mirror Wall) y las dos puntas en las que termina el pico que han escalado (Punta Genciana y Punta dels Peluts).

Dureza extrema

«De los 40 días que hemos estado en Baffin, sólo tuvimos sol dos días en el campo base y otros dos en la pared. El resto: viento, nieve y temperaturas de -20º», señala Palmada.

Pero, según los protagonistas, lo peor ha sido el aislamiento: «El lugar es brutal, inhumano y muy solitario. De hecho se encuentra a la orilla sur de un lago de 13 kilómetros de ancho, más allá de un fiordo glaciar que durante el mes de abril y principios de mayo está cubierto de nieve, y por eso te pueden llevar en moto de nieve. Te dejan allí con los petates y te advierten que no hay posibilidad de rescates. Sientes una dexconexión brutal; es una sensación super rara de estar descolgado. Incluso nos prestaron una escopeta por si nos topábamos con un oso. ¡Pero se olvidaron las balas! La verdad es que no volvería a ir. Para mí ha sido bastante heavy, de lo más duro que he hecho nunca. Además en un terreno alpino que no controlo».

Ya en el campo base empiezan a organizarse y durante los seis primeros días fijan hasta el zócalo de entrada de la pared. No tienen apenas información, ni referencias sobre la pared... y, por ello, no les quedó otro remedio que llevar mucho kilos de material. Y, como se sabe, arrastrar todo ese material no es un trabajo nada agradable.

Querián abrir por el centro de la pared, pero se dieron cuenta que casi era imposible, ya que era muy ciega: «Primero piensas que llegarás hasta tal punto en un largo, pero a medida que avanzas ves que son dos largos de 50 metros. Los primeros 10 metros ya salían de A3, y todavía no habíamos llegado a lo más difícil. Así decidimos desplazarnos hacia la línea más evidente de fisuras a la izquierda de la pared. Permanecimos un total de 20 días en la pared, instalamos 6 campos de hamacas diferentes y al final necesitamos un día entero de rápeles para bajar».

Esquirol y Palmada aseguran que la línea tiene de todo, pero que no es un big wall puro y duro: «La dificultad sobre todo ha radicado en la logística que es muy complicada: seis desplazamientos del campo de hamacas, cargando todo el material en un terreno horrible... Subir los petates era una agonía. Hubo jornadas que no avanzamos ni un metro y que nos pasamos todas las horas del día subiendo material».

Cima y descenso. Descenso de los muy serios: 2.000 de vía por diferentes terrenos. Y regreso. Ya no en moto de nieve por el caos de nieve y piedras, sino cinco días de porteos de 300 kilos de material.