Rafa Nadal amplió el aura que le rodea como ser omnipresente hasta el fin de los días en el Olimpo del tenis mundial. Al igual que nadie duda de que, a día de hoy, es el jugador más versátil y consistente que existe, no son pocos los que, poniendo como argumento la edad del balear, dicen que se podría tratar del mejor tenista de la historia.

Todos le conocen. Nadie se sorprende por sus cualidades, pero no por ello deja de seguir impresionando a los aficionados al tenis. Ayer volvió a sacar a relucir su tarjeta de presentación en «La Catedral» del tenis, y sólo le hicieron falta tres sets para eliminar a Berdych; un gran finalista que llegaba tras vencer a Djokovic y Federer. Sin perder de vista sus 24 años, el tenista balear sumó ayer su segundo Wimbledon, con el que ha engrosado su palmarés hasta los ocho Grand Slams.

Con el ajustado 3-3 con el que dio inicio el primer set del partido, Nadal se despojó de toda la tensión y un golpeo preciso de zurda al ancho de la pista provocó un error de Berdych, llevando el primer «break» al marcador. A partir de ahí, el vendaval del zurdo no hizo más que arreciar y el primer set acabó en 6-3.

El tenista checo, consciente de que remontar un partido a Nadal podía convertirse en una tarea harto difícil, sacó a pasear su mejor tenis para sacar de quicio a Nadal por primera y única vez en el partido. Con un golpeo fresco y una precisión de relojería suiza, Berdych llevó el segundo set a un empate (5-5) que transportó los primeros temblores al tenista balear. No obstante, de nuevo el aplomo de Nadal se encargó por sí solo de lograr dos puntos que le llevaron a ganar el set por 7-5, y llevar al marcador general un resultado de 2-0 que ya olía a triunfo.

Berdych no se rindió tan fácil

Con la sensación de haber dado lo mejor de sí mismo, Berdych sufrió un bajón moral; achacable a la impotencia que sufría al ver la dificultad para puntuar. No obstante, el checo se repuso y volvió a encauzar un juego fluido, logrando de nuevo otro empate (4-4) en el tercer set.

Para entonces, el cansancio comenzaba a hacer mella en los jugadores, y en ese terreno Nadal no conoce rival. Subió a la red para rematar todas las bolas y ahogó a un Berdych que no pudo más que encomendarse a un milagro para lograr lo que pocos creían.

Finalmente, el 6-4 del definitivo set no hizo más que plasmar en dígitos la notoria superioridad que mostró el vencedor durante todo el partido. Y mientras afianza su condición de «número uno» al frente de la clasificación ATP, la consecución del entorchado supuso a Rafa Nadal el embolso de la nada desdeñable cantidad de un millón de libras (1.212.428 euros).