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Picasso y Klee: reunión con sus descendientes como testigos

Pablo Picasso y Paul Klee coincidieron en vida únicamente en dos ocasiones y sus respectivos descendientes, Claude y Alexander, nunca se habían visto. Una exposición sin precedentes finalmente les ha reunido a todos en Berna, donde está teniendo lugar una «reunión» artística bajo el signo de los paralelismos. La muestra permanecerá abierta todo el verano.
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Agnès Pedrero-AFP | BERNA

El primer encuentro entre Pablo Picasso y Paul Klee se produjo en 1933, cuando Klee formaba parte de un grupo de artistas que visitaba el taller parisino del malagueño. El segundo tuvo lugar en 1937, en el taller del pintor alemán nacido en Berna (Suiza). Más de setenta años después, la exposición «Klee se reencuentra con Picasso», que se expone hasta el 26 de setiembre en el Museo Paul Klee en Berna, desvela los paralelismos existentes entre estos dos gigantes del arte moderno a través de 180 de sus trabajos. Este espacio de estructuras onduladas de acero y vidrio, inaugurado en junio de 2005, es testigo del «diálogo» postrero entre sus obras maestras, con motivo de su quinto aniversario.

Los organizadores de la exposición han conseguido reunir a su vez al hijo del pintor malagueño, Claude Picasso (nacido en 1947), con Alexander Klee (1940), nieto del suizo, que no se conocían pese a que ambos son vecinos del cantón de Berna. Al igual que sus antepasados, a los que se parecen de forma chocante, ambos comparten muchas pasiones, como la fotografía. Y, sobre todo, un entusiasmo común por esas dos personalidades que han marcado su vida. «Esta exposición es como la continuación del encuentro entre Pablo Picasso y Paul Klee», dijo a los periodistas Alexander Klee, que no ocultaba su felicidad por haber conocido a Claude Picasso.

«El encuentro entre Picasso y Klee es un momento mágico y soñado por los historiadores del arte, y el punto de partida de esta exposición. Es un proyecto monumental, un gran momento en la historia del arte», puntualizada por su parte un entusiasta Claude Picasso, quien comparaba esta muestra con un «ballet de amor». «Es brutal, pero terriblemente excitante», añadió, reconociéndose fascinado al contemplar dos cuadros de los dos autores situados frente a frente.

Antes incluso de conocerse, Klee y Picasso pintaron motivos muy similares, como se aprecia en el cuadro «Puppe an violetten Bändernen» (Muñeca con banderillas violetas) de Klee, que retrata a un acróbata, y el célebre «Arlequín sentado en un fondo rojo», de Picasso.

La exposición muestra hasta qué punto la obra de Klee está marcada por Picasso, como lo demuestra el cuadro «Homenaje a Picasso», una especie de patchwork de cuadrados de colores. Klee fue capaz de tomar elementos del estilo del malagueño sin copiarle, con referencias en las que oscilaba entre la admiración y la ironía. La exposición muestra también varios bocetos de los famosos «Urch» de Klee, rumiantes con trazos deliberadamente infantiles, que recuerdan al minotauro de Picasso. Hay también referencias en retratos, como la asimetría de la cara y los ojos saltones, que el genio suizo reutilizó a su estilo, con líneas más suaves. Este es el caso de «Niña con jarras», que Klee compuso con cuadrados de color, pero la cara reconocible, mientras que Picasso prefería «romper» el cuerpo humano, como en «Mujer con mandolina». Si la exposición traza líneas inéditas entre los dos artistas, sus descendientes prefieren mantenerse alejados de los debates sobre si uno es el maestro del otro. «Klee era un irónico, pero Picasso fue muy importante para él. Se dice que incluso tenía un poco de miedo a la influencia que ejerció en él Picasso», apuntó su nieto.

Muchas de las obras expuestas han sido cedidas por colecciones privadas y otras tantas llegan desde museos tan prestigiosos como el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Picasso de Barcelona o el Centro Pompidou de París.

INFLUENCIA

El trabajo y la maestría de Picasso marcaron profundamente a Klee a lo largo de su recorrido profesional y esto se ve reflejado en muchas de sus obras. Sin embargo, al mismo tiempo, Klee supo dotar a sus creaciones de un carácter único y característico.

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