Crónica | Salud laboral
La prevención del estrés térmico es una obligación que debe asumir el empresario
Con el calor en verano, los trabajadores sufren por las altas temperaturas. La salud se ve afectada. Los empresarios deben informar de los riesgos y poner las medidas adecuadas para evitar el estrés térmico que se da por sobreesfuerzos o golpes de calor.
Juanjo BASTERRA
Llega el verano. Es necesario combatir el estrés térmico para reducir el número de accidentes laborales que se producen. Para ello, el empresario está obligado, según la Ley de Prevención de Riesgos laborales, a evaluar todos los riesgos presentes en su empresa -en todas las épocas del año, tanto si el trabajo se desarrolla al aire libre como en locales cerrados- y, por lo tanto, fijar y establecer las medidas preventivas necesarias para eliminarlos o minimizarlos, como reconoce el instituto francés de Seguridad y Salud en el Trabajo (INRS).
Así, en verano, se deberá prevenir que los trabajadores que realizan trabajos al aire libre «puedan sufrir un estado de excesiva acumulación de calor en el cuerpo». Se conoce como «estrés térmico». Se puede llegar a ese estado por la alta temperatura y por realizar esfuerzos en ese ambiente de elevado calor, desde trasporte de material pesado, subir escaleras, serrar, hasta la conducción de camiones o tractores. En estos casos, la ropa también juega un papel importante a la hora de no generar más calor.
El estrés térmico puede producir patologías desde erupciones cutáneas o calambres, hasta síncopes, deshidratación, agotamiento e incluso golpes de calor. Los últimos informes médicos que maneja el INRS afirman que el calor puede «agravar dolencias previas» y esa combinación eleva el riesgo a sufrir un accidente de trabajo «porque ese ambiente calórico altera la capacidad de percepción, atención y al estado de alerta».
Existen diferentes medidas que se deben exigir a los empresarios. Debe existir un período de aclimatación a un trabajo con elevada temperatura. Se calcula que sólo se podría estar treinta minutos en esas condiciones adversas para la salud.
Cada día sucesivo de trabajo se irá aumentando en media hora la exposición hasta llegar a la jornada completa. Este proceso podría durar entre siete y catorce días, pero si un trabajador deja de trabajar en esas condiciones durante tres semanas, el proceso de aclimatación tiene que comenzar desde el principio. Los empresarios deben informar y formar a los trabajadores de los riesgos del estrés térmico y cómo proporcionar los primeros auxilios.
También se debe reducir el esfuerzo físico y ser flexibles en los ritmos de trabajo para que se adapte a la tolerancia del trabajador al calor.
El INRS señala que la vestimenta que debe proporcionarse a los empleados «tiene que ser ropa de tejidos ligeros, no ajustada y colores claros. Se debe fomentar el uso de pantalones largos y camisa de manga larga para protegerse de las radiaciones térmicas solares y de las ultravioleta, que pueden provocar cáncer de piel».
Otro elemento que hay que tener en cuenta es el mantenerse hidratado. Es necesario proporcionar agua fresca y sensibilizar acerca de la necesidad de beber con frecuencia. Se deben fijar zonas de descanso frescas y a la sombra.
Y en cuanto a la jornada laboral, se debe adaptar el horario de trabajo a las horas de menos calor y evitar realizar trabajos en solitario. En todo caso, es necesario llevar adelante «descansos breves y más frecuentes», teniendo en cuenta las características de cada trabajador, puesto que unos son más vulnerables que otros.
Siempre, recuerda el INRS, se debe garantizar por parte de los empresarios la vigilancia de la salud específica a los trabajadores más vulnerables a los cambios térmicos.