«Este primer año de Santos como presidente será el noveno de Uribe»
Cuando Gustavo Petro se retiró del Senado para preparar la candidatura a la Presidencia de Colombia por el Polo Democrático Alternativo, el senador Jorge Enrique Robledo (Ibagué, 11 de febrero de 1950) asumió el papel protagonista de la oposición al presidente saliente, Álvaro Uribe.
Beñat ZALDUA
Desde que asumiera el liderazgo de la oposición, Enrique Robledo continuó con las denuncias de espionaje político por parte de la Policía secreta, reveló los turbios negocios de los hijos del presidente Álvaro Uribe y se convirtió en uno de los máximos oponentes a los Tratados de Libre Comercio con EEUU y Europa. Pocos días después de la elección de Juan Manuel Santos como presidente, este político con más de 40 años de militancia a las espaldas, recibe a GARA en su oficina.
¿Qué implica el triunfo de Juan Manuel Santos?
Nuestro himno nacional tiene una estrofa que dice «cesó la horrible noche», refiriéndose a la colonización española, y yo digo que no cesó la horrible noche, que se va a alargar. Santos lo que va a hacer es continuar la obra de Álvaro Uribe; este primer año de Santos en la Presidencia será el noveno de Uribe.
¿Qué consecuencias tendrá?
Lo que viene es una gran manguala nacional. Manguala se usa aquí para referirse a una especie de asociación ilícita o con fines turbios. Es decir, no va a haber un Gobierno de unidad nacional, en el sentido de defender los intereses nacionales, sino una gran manguala nacional para seguir gobernando en contra de la nación. Ante eso, al Polo le va a corresponder el honor de representar los intereses nacionales y estar en la oposición.
Sin embargo, Santos no es Uribe. ¿Cuáles son las diferencias?
Siento que el juego de Santos es resaltar las pequeñísimas diferencias que pueda tener con Uribe y ocultar sus descomunales parecidos. Ése es el primer asunto en el que el Polo tendrá que jugar un papel importante: no permitir que se engañe a los colombianos, disfrazando como modificaciones de fondo lo que no son sino modificaciones de forma para poder seguir aplicando las mismas políticas. Por ejemplo, cambiará el estilo de cómo se aplica el neoliberalismo, el libre comercio o las bases gringas, pero con el fin de aplicar esas políticas, no de cambiarlas.
¿Habrían cambiado las cosas con Antanas Mockus?
Yo no me hice ilusiones con que Mockus fuera a resolver algo, porque si algo ha caracterizado la vida pública de Mockus, que es muy larga, es su falta de valor para enfrentar al establishment. En el tiempo en el que Mockus fue rector o gobernó en Bogotá, la principal faceta de sus gobiernos fue ser un gobierno del establishment. Entonces, tampoco creía el cuento que se hecho de que sí iba a enfrentar ciertas cosas del uribismo. Si no las enfrentó en todos estos años, ¿por qué los iba a enfrentar desde la Presidencia?
¿Qué papel jugaron las encuestas en la primera vuelta?
Si los encuestadores hubieran utilizado el sistema del tabaco o de los naipes para adivinar los resultados, seguro que hubieran acertado más. Ahora, es evidente que esa manipulación inmensa de los encuestadores y del uso que los medios de comunicación le dieron, tuvo a mi juicio un propósito en el que tuvieron éxito, que era inflar a los Verdes y a Santos contra el Polo.
¿Cómo fue el primer acercamiento y el posterior desencuentro entre el Polo y los Verdes durante la segunda vuelta?
En el Polo hubo una discusión entre dos posiciones. Quienes desde el principio dijeron que no se deberían buscar acercamientos a Mockus, porque las diferencias eran tan grandes que no tenía sentido, y quienes dijeron que sí se debían buscar. Para propiciar la unidad del Polo terminamos planteándole a Mockus unas cuantas condiciones para el acuerdo. Y Mockus, como era de esperar, porque es un hombre de la derecha colombiana y de verde no tiene nada, rechazó cualquier acercamiento, porque sus concepciones son las mismas que las de Uribe. Voy a dar tres ejemplos: en lo de las bases de guerra de EEUU, los Tratados de Libre Comercio y la aplicación del modelo neoliberal, con todas sus concepciones del Consenso de Washington, coinciden absolutamente.
¿Cómo ve a Colombia en 2014?
Santos no va a resolver ni uno de los problemas nacionales; al contrario, los va a agravar. La concepción plutocrática de este régimen es confesa. Los monopolios y las transnacionales cada vez pagan menos impuestos en Colombia. Se les han entregado los recursos naturales y las grandes empresas. Colombia es uno de los siete países con mayor desigualdad social en la Tierra. Y eso es lo que va a desarrollar Santos. Aquí no nos queda más que tener paciencia, mantenernos en la oposición y esperar a que el pueblo colombiano entienda lo que está pasando y decida cambiarlo. Pero sobre la base de que tengamos paciencia. Los impacientes se fueron para el monte hace 40 años y mira el lío en el que estamos. Los países no cambian cuando cambian los dirigentes, los países cambian cuando cambian los pueblos. Y son los pueblos quienes cambian a los dirigentes. Si el pueblo colombiano sigue votando por sus verdugos, pues sus verdugos seguirán cortándole la cabeza.
Usted realizó una gira bajo el título «Este país tiene arreglo». ¿Cuál es ese arreglo?
El arreglo es cambiarlo profundamente. Colombia es un desastre de sufrimiento social: pobreza, desempleo, hambre, concen- tración de la riqueza, corrupción, violencia... Pero una de las cosas más graves que hay en Colombia, y en parte eso explica los resultados de Santos, es que es un país desesperanzado. Es un país en el que muchos dicen que esto no tiene arreglo. Es más, la propia oligarquía se encarga de decirle a la gente que esto no tiene arreglo. Entonces, mi «Colombia sí tiene arreglo» es contra eso. Y lo digo porque tenemos recursos naturales de sobra para tener un país próspero, porque tenemos un pueblo inteligente y trabajador como el que más y porque está claro qué es lo que hay que hacer para sacar a Colombia adelante: una gran unidad nacional que defienda la producción, el trabajo, la democracia auténtica y la soberanía. Con esas ideas, digo, Colombia sí tiene arreglo.
«Los países no cambian cuando cambian los dirigentes, sino cuando cambian los pueblos. Y son éstos quienes cambian a los dirigentes. Si el pueblo colombiano sigue votando por sus verdugos, éstos seguirán cortándole la cabeza»