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Defienden el tratamiento a maltratadores a pesar del alto nivel de rechazos

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La violencia contra las mujeres es uno de los principales problemas sociales. En los casos en los que se produce, es importante dispensar un apoyo sicológico a las víctimas, para ayudarles a superar el trance. Pero, ¿y los agresores? ¿Deben recibir tratamiento sicológico? Para Enrique Echeburua, catedrático de Sicología Clínica de la UPV-EHU, la respuesta es rotundamente afirmativa. De hecho, cuatro de cada cinco maltratadores que se someten al tratamiento y que lo acaban por renunciar a la violencia definitivamente.

El problema, según matizaba en una jornada en el marco de los Cursos de Verano de esta Universidad en la capital donostiarra, es el alto índice de rechazos y abandonos que se producen, sobre todo, al principio del tratamiento.

«El alto abandono inicial se debe, fundamentalmente, a que los agresores presentan una serie de conductas bastante comunes, como la falta de reconocimiento del problema, o la adopción de una actitud soberbia de autosuficiencia, con un aparente dominio de la situación, posiciones ambas que dificultan la ayuda terapéutica», explica el experto.

En muchos casos, el terapeuta no dispone de suficiente tiempo para ganarse la confianza del paciente, lo que hace casi imposible la rehabilitación. Además, aquellos que acuden a la terapia a instancias de sus compañeras sentimentales y no a través de un mandato judicial, son más difíciles de convencer para mantener el tratamiento. Es, no obstante, en estos casos en los que hay que poner más atención, pues son en los que la víctima es más proclive a sufrir de nuevo la violencia. «Los agresores saben que la violencia les proporciona beneficios, consiguen doblegar la voluntad y someter a su compañera, y eso hace que recaigan fácilmente», afirma Echeburua. De ahí la necesidad del tratamiento, para evitar futuras agresiones.

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