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Las peñas toman las calles de Iruñea por unas fiestas populares

El 11 de julio de 2010 pasará a la pequeña historia de los Sanfermines como el día en que las peñas dijeron «basta ya» ante los ataques que sufren estos colectivos y, en general, ese carácter popular que hace especiales a los Sanfermines. En vez de acudir a la Plaza de Toros, se reunieron en Carlos III y llevaron su demanda en kalejira hasta el Ayuntamiento.

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Ramón SOLA | IRUÑEA

La campaña de las peñas en respuesta a los ataques que sufren por parte del Ayuntamiento tuvo ayer su punto culminante. Sus pancartas -que esta vez comparten los lemas "Por unos Sanfermines participativos", "Queremos unos Sanfermines populares", "Libertad de expresión" y "No más ataques a las peñas"- no se desplegaron esta vez en la Plaza de Toros, sino por todo Alde Zaharra. Se trataba de reflejar que la fiesta tiene muche menos color sin ellas, y también que la esencia de los Sanfermines está ahí, a pie de calle.

La iniciativa fue un éxito. No hubo desmarques, contra lo que algunos esperaban, de modo que la solanera de la Plaza de Toros quedó vacía totalmente. Y la animada kalejira por las calles fue el contrapunto a la celebración oficial de la jornada, que era otra: la final del Mundial, promocionada por el Ayuntamiento en plena Plaza del Castillo, de nuevo a costa de retocar el programa oficial.

La protesta se desarrolló durante un par de horas, y supone todo un toque de atención hacia el Ayuntamiento, que ha quedado en una situación incómoda también ante la Casa de Misericordia, gestora de los festejos taurinos.

Fiestón desde Carlos III

Tras dejar plantado al presidente de la corrida, Javier Lorente, de UPN, las peñas se montaron su fiesta particular en la zona peatonal de Carlos III. La «puerta de entrada» resultaba espectacular. Los del Muthiko improvisaron un aurresku que se ini- ciaba con un único dantzari pero al que posteriormente se incorporaba toda la peña a limpio brinco. Pero luego el aurresku se convertía en una ``Macarena'' perfectamente coreografiada. La sevillana daba paso más tarde al ``Kalinka'' -toma cambio de registro radical-, con una bandera soviética ondeando, la pieza volvía luego a coger color euskaldun con ``Egun da Santimamine'', y de ahí se pasaba al car- naval brasileño. Una fusión musical perfecta.

Mientras las txarangas atronaban, empezaban las meriendas, esta vez a la sombra de la avenida y no al sol de la Plaza de Toros. Había menús típicos -pimientos rellenos, jamón con tomate, ajoarriero-, pero también cosas poca elaboradas -bolsas gigantes de «gusanitos» o botes enormes de aceitunas-, pasando por las inconfundibles «guarrindogadas» que será mejor dejar sin concretar.

Algunos lamentaban que los bares de la zona estuvieran haciendo el agosto, con precios como el katxi de cerveza a nueve euros, aunque la mayoría de los peñistas, que tienen mucho callo en estas lides, llevaron todo perfectamente preparado.

Quienes sí se pusieron finos fueron los vendedores de banderas holandesas, o de camisetas naranjas de su selección, aunque aquí también imperó la imaginación popular. Algunos «reciclaron» el maillot de Euskaltel, otros la prenda suplente del Barcelona, o camisetas reivindicativas... Todo valía para dejar claro quién querían que ganase el Mundial.

Se produjo algún incidente puntual, que parecía inevitable y que no pasó a mayores, entre miembros de las peñas y quienes acudían a la Plaza del Castillo para ver el España-Holanda en el evento preparado por el Consistorio de UPN, en pantalla gigante. Uno de los participantes en una de esas refriegas llevaba una porra extensible, además de una bandera española en la espalda con la que pasó por el medio de las peñas.

En una papelera, alguien había arrojado todo el kit de apoyo a La Roja: bandera rojigualda, bufanda y camiseta. Un fotógrafo ponía interés en captar esa imagen. Pero también llamaba la atención la abundancia de camisetas de puntos del Estado español como Cádiz, confraternizando con las peñas de modo amigable.

Los mozos y mozas -muchos niños y niñas incluidos- se tomaron la merienda con calma, dejando claro que su protesta no iba a estar condicionada por el partido de fútbol (a nadie se le escapaba que algunos medios quizás intenten vender versiones extrañas de la iniciativa). Luego se pusieron en marcha con todos sus instrumentos de música.

Ya en el Paseo de Sarasate esperaban ocho furgonetas policiales, ante las que pasó la kalejira de las peñas. En la calle Txapitela, por su parte, del control se encargaban agentes de la Policía Municipal. No hizo falta, porque las pancartas de las peñas no asomaron por esa zona.

Los mozos y mozas habían decidido evitar males mayores y, tras no lograr que el Ayuntamiento se llevara el fútbol fuera de la fiesta, se decantaron por evitar el paso por la Plaza del Castillo. Salieron hacia el Ayuntamiento en dos caravanas, una de las cuales entró en Alde Zaharra por Estafeta y otra por Comedias, es decir, las dos calles laterales de la Plaza del Castillo.

En el recorrido, junto a los diferentes pañuelos y blusas de las peñas, se veían ikurriñas, banderas navarras y también alguna catalana. Predominaron las cánticos festivos, pero también se escucharon otros lemas paralelos como «Ikurriña bai, espainola ez».

Casi todos los miles de participantes en la kalejira portaban una misma pegatina: «Gora Iruñeko peñak».

Una imagen «rara»

Mientras todo esto ocurría, la retransmisión televisiva a través de Digital Plus remarcaba que la sensación que ofrecía la quinta corrida de toros de la feria era «extrañísima». «Es una protesta y hay que respetarla», explicaba a la audiencia el veterano Manolo Molés, evitando entrar en más detalles.

Aunque sin recrearse en esa parte de la Plaza, como es habitual en otros días en que las imágenes de las peñas dominan la retransmión, la televisión no pudo eludir el clamoroso silencio de los tendidos y la grada de sol. Los locutores saludaban al menos que había dado la impresión de que el resto de la Plaza de Toros -la sombra- se mostraba más activa y más ruidosa que de costumbre. Y, por encima de todo eso, destacaban que hoy las cosas volverán a la normalidad.

La Blanca y Aste Nagusia

La movilización de las peñas de Iruñea tiene paralelismos claros con la protesta de los blusas y neskas del pasado año y la que anuncian las comparsas de Bilbo para la próxima Aste Nagusia. Todos ellos reivindican así unas fiestas del pueblo y exigen que cesen los ataques oficiales.

En el caso de Gasteiz, como se recordará, el año pasado tomaron una medida sin precedentes: sustituir la marcha a la corrida de toros del último día de fiestas por una manifestación de protesta. Fue después de que la Ertzaintza se llevara una pancarta y un coche festivo argumentando que podían ser elementos delictivos. En la pan- carta se criticaba la figura del consejero Rodolfo Ares, y en el vehículo había una pintada que se consideraba como «enaltecedora del terrorismo».

Por lo que respecta a Bilbo, tras la represión contra las comparsas Kaskagorri y Txori Barrote, el pasado martes se anunciaba que en esta edición durante 24 horas desaparecerán del recinto festivo del Arenal. Quieren que los políticos se den cuenta así de lo que puede suponer para las fiestas la agresión a los colectivos populares.

MERIENDa inédita

Las cazuelas, botas y neveras acamparon esta vez a la sombra de la Avenida de Carlos III y no bajo el sol de la Plaza de Toros, pero con el mismo ambiente y sin que la música callara ni un momento.

GASTEIZ Y BILBO

No sólo en Iruñea los colectivos festivos se están plantando. En Gasteiz, el año pasado los blusas cambiaron su bajada por una manifestación, y en Bilbo anuncian que este año un día no habrá comparsas en el Arenal.

una tarde festiva inédita

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