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Maite SOROA | msoroa@gara .net

Desde Sudáfrica hasta Catalunya

Y a me tienen hasta el gorro con las celebraciones de «La Roja», así que paso las páginas rojigualdas y busco algo de más fuste. Para que tampoco ustedes se aburran.

En «La Razón», Carmen Gurruchaga nos deleitaba ayer con una melonada digna de mejor causa. Mezclaba la playa de La Concha, el Estatut catalán, el Tribunal Constitucional (español, of course) y las celebracioones futbolísticas. Y le salía un potaje...

La cosa empezaba en plan pedagógico: «La playa de La Concha, en San Sebastián, y otras del País Vasco, son escenario todos los fines de semana de los partidos de fútbol entre escolares. Miles de niños aprenden no sólo a jugar a ese deporte sino también a actuar en equipo, a ser generoso y, sobre todo, disciplina y principio de autoridad. Desde bien pequeños saben que el árbitro es quien manda en el campo y que su decisión es inapelable, aunque haya errado en su apreciación». A este paso nos va a enseñar el reglamento del futbol playero. Y se olvida que las niñas también juegan.

Advierte además que «es más, quien protesta vehementemente es expulsado del campo». Ya ha preparado el trampolínpara dar el brinco: «Sirva el símil para comparar el Tribunal Constitucional con la actitud del tripartito catalán. El Constitucional es el árbitro que se ha dado el entramado jurídico político español para dirimir cuestiones relativas a la constitucionalidad de una norma, una ley o cualquier otro asunto que plantee dudas».

Miren si lo tiene claro Gurruchaga: «Es la máxima autoridad y quien tiene la última palabra. Su decisión es inapelable por lo que actitudes contestatarias como la ocurrida el sábado en Cataluña no conduce más que a la melancolía, en el mejor de los casos. Y en el peor a generar sentimientos de odio hacia los símbolos de España, lo que destruye la convivencia». Una pensaba que la máxima autoridad es el pueblo y que lo que destruye la convivencia es pisotear su voluntad soberana.

Lo mejor, al final: «Así las cosas, no es de extrañar que jóvenes catalanes o vascos hayan tenido que trasladarse a Madrid para poder celebrar con entusiasmo y sin presión el triunfo de la selección española». ¡Valiente melonada!

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