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Un año después de la muerte de Natalia Estemirova, la impunidad sigue reinando en Chechenia

Ha pasado un año desde el secuestro mortal de la periodista y activista por los derechos humanos Natalia Estemirova. El Kremlin apunta a un rebelde islamista muerto en combate como el único sospechoso. Todo un canto a la impunidad reinante en Chechenia.

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Iraide OLALDE

Hoy se cumple un año de la muerte de la periodista y activista rusa Natalia Estemirova. Una de las pocas voces que se atrevía, pese al peligro que eso suponía, a criticar la verdadera situación en la república de Chechenia, donde el miedo sigue estando presente en cada esquina.

Estemirova trabajaba para la sede en Chechenia de la ONG rusa Memorial. Nunca dejó de denunciar las desapariciones y la impunidad del régimen de Ramzan Kadirov, pese a que llegó a recibir amenazas directas del propio presidente checheno. Como explicó Oleg Orlov, director de Memorial en Moscú, el presidente la consideraba su enemiga personal, ya que era una de las pocas personas que se atrevía a hacer frente al terror de estado y sacaba a la luz todas las aberraciones que se sucedían repetidamente en la república caucásica.

En un lugar en el que sacar a la luz la verdad se paga con la vida y donde «los asesinatos políticos son la norma», como explicó hace un año Svetlana Gannushkina, responsable de Memorial, a GARA, Estemirova resultaba una clara amenaza para la propaganda del Gobierno de Kadirov. Desde un primer momento, compañeros de la periodista acusaron a Kadirov y a sus hombres del asesinato, y exigieron una investigación. Hoy, tras un año, la investigación del caso sigue sin ofrecer un resultado claro. «Al principio de la investigación tuvimos ilusión, pero ahora estamos perdiendo la esperanza de que este caso sea finalmente resuelto», señala Oleg Orlov en esteaniversario.

Sus compañeros de Memorial temen que nunca se aclare el caso, y es que los investigadores han identificado a un sospechoso como posible asesino de Estemirova, Aljazur Bachaiev, rebelde islamista muerto en combate, cerrando el paso a una verdadera investigación.

Los compañeros de Estemirova en la denuncia de violaciones de los derechos humanos recuerdan que el presidente chechenotenía suficientes motivos para hacerla desaparecer. Kadirov ha vuelto a sus consabidas diatribas en las que califica a los activistas de la ONG como enemigos públicos. Estos no dudan en denunciar estas acusaciones como una clara amenaza contra todos aquellos que quieren acabar con la impunidad del estado y terminar con las injusticias que se repiten más allá de las nuevas y modernas avenidas de Grozni.

Un historial de sangre

Las acusaciones que sitúan a Ramzan Kadirov y a sus hombres como principales sospechosos del asesinato de Natalia Estemirova no son las primeras que se han lanzado contra este régimen.

Ramzan, actual líder checheno, entró al poder cuando su padre, antiguo presidente de Chechenia, lo puso al frente de su guardia personal en 2000. Desde entonces, Kadirov cuenta con un extenso historial en el que grupos activistas lo han relacionado con muchos crímenes. Entre otros, fue acusado de planificar la muerte de Anna Politkóvskaya, íntima amiga de Estemirova. La periodista rusa, muerta a tiros en 2006 por un sicario, consideraba a Kadirov un criminal en potencia. Otro de los asesinatos relacionados con el historial político del presidente es el de Ruslán Yamadayev, general checheno cabeza de un clan opuesto a Kadirov.

Son crímenes que se han ido olvidando con el tiempo. Investigaciones que no llegan a conclusiones esperadas. Mientras, los hombres armados de Kadirov siguen organizando las tan temidas operaciones especiales, las zachiska, en las que personas inocentes y sus familiares son torturadas, secuestradas y asesinadas.

Chechenia es, hoy en día, un «agujero negro» que sirve al poder ruso, personificado en el primer ministro Vladimir Putin, para mantener una imagen de supuesta y falsa normalidad en el norte del Cáucaso.

 

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