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La política vence a la fiesta y al márketing

Agustín GOIKOETXEA Periodista

Desde 1978, Aste Nagusia se convierte año tras año en protagonista involuntaria de la coyuntura política del momento en Euskal Herria, en unas semanas en que algunos emplean el más nimio de los temas para organizar una serpiente de verano con la que estar presente en los medios de comunicación. Esa ha sido una constante en la corta pero intensa vida de unas fiestas que han dado para varios trabajos de investigación, han sido trampolín profesional para otros y, con el tiempo, se han descubierto como fuente de riqueza para sectores económicos y políticos que no han cesado detrás de las bambalinas de articular campañas de descrédito contra los agentes que con 32 años más representan aún la esencia del trabajo voluntario por un fin general, las comparsas.

Su criminalización no es nueva. Durante años, no son pocos lo que, sin haber llegado a pisar el muelle del Arenal, han arremetido contra ellas. Edición tras edición se ha invisibilizado el derroche de esfuerzo, atribuyéndoles como objetivo «montar txosna y ganar dinero». La cantinela repetida hasta la saciedad pretende calar en la opinión pública pero ha sido desmontada hace escasos días por el anuncio coral de Bilboko Konpartsak de que cerrarán la persiana durante 24 horas para advertir de los peligros que acechan a Aste Nagusia. Para quien vive la fiesta, un gran sacrificio.

A partir de ahí, aquellos que nunca vieron con buenos ojos a Marijaia y a su cohorte multicolor han desplegado una brutal campaña mediática para desacreditarla. Todo vale para obtener réditos políticos aunque en ello esté en juego no sólo el futuro de las fiestas, sino la inversión institucional para vender como «producto turístico» unos festejos que encandilan a los foráneos por su naturalidad, alejados de los formatos de espectáculo, donde hay usuario de la fiesta y no agente de la misma. Nadie parece acordarse de que la bilbaina Aste Nagusia es Tesoro del Patrimonio Cultural Inmaterial.

Aquello ya está lejos y en el horizonte se atisba mayo. Quienes jalearon a la Roja, se han embarcado en la batalla estival e Iñaki Azkuna no ha querido perder la marea. Por ello, tras sus viajes asiáticos, no perdió el tiempo de felicitar al nuevo icono del nacionalismo español y, a continuación, atizó verbalmente a unas comparsas ya vapuleadas pero dignas.

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