Dos meses después de la elecciones regionales de Renania del Norte Westfalia, el motor económico de la UE vuelve a tener maquinista. Con la mayoría simple de 90 votos, Hannelore Kraft se convirtió en ministro presidente con el apoyo de todos los parlamentarios del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y de los Verdes. Los once diputados del partido socialista Die Linke se abstuvieron «para facilitar el cambio político», tal y como lo habían anunciado con antelación.

Dado que las formaciones del anterior bipartito, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y el Partido Liberal (FDP), contaban sólo con 80 votos no pudieron mantener el poder ni evitar la elección de Kraft.

Los medios de la derecha han criticado fuertemente que Kraft se haya dejado tolerar por Die Linke.

También hay cierto descontento dentro del propio SPD porque algunos de sus diputados evitaron que la candidata socialista saliera elegida como vicepresidenta del Parlamento. En adelante, el nuevo bipartito necesitará los votos del Linke para cambiar el sistema escolar y para eliminar las semestrales cuotas de matriculación de 500 euros que los estudiantes universitario deben pagar al margen de los habituales 200 euros.

El presidente del SPD, Sigmar Gabriel, piensa que esta forma de Gobierno rojiverde tolerado por el Linke podría ser un modelo con futuro, porque sería la consecuencia del sistema de cinco partidos que se ha establecido en estos últimos años. Hasta ahora, el SPD ha evitado gobernar con el Linke en el oeste porque los socialistas se oponen a la guerra en Afganistán, a los recortes sociales y no se distancian de la República Democrática Alemana, declarándola un «Estado de injusticia».