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Miren Zinkunegi y Agustín Rodríguez Donostiako hautetsi independentistak

Ayuntamiento de Donostia, una huida hacia adelante

Entre 2007 y lo que llevamos de 2010 se han concedido licencias para edificar 1.968 viviendas, de las que 768 son de VPO. Y, si miramos las actividades económicas la situación resulta patética: para la edificación de pabellones o edificaciones dedicadas a actividades económicas se han concedido 10 licencias

En un reciente artículo (GARA, 2010-7-22) analizábamos el Plan General de Donostia, pero la situación actual, en una coyuntura de precampaña, nos obliga a acometer también un análisis de la actuación municipal más reciente. Con Plan General o sin él, Donostia está metida en un agujero del que va a ser difícil salir porque no existe en los mandatarios municipales, con Elorza y Letamendia a la cabeza y el resto de concejales calladitos por detrás, el más mínimo atisbo de recapacitación de la política urbanística y de vivienda.

Los proyectos en marcha son una huida hacia adelante. Prueba de ello es el farol del Sr. alcalde vendiendo que inicia dos nuevos proyectos-estrella de sus anteriores campañas, en una huida hacia adelante sin precedentes. Cuando el mercado se halla congelado por diversas incertidumbres y por el bloqueo crediticio de los bancos a los ciudadanos, cuando se ha hecho público en innumerables ocasiones que las cuentas internas de las operaciones urbanísticas no ofrecen viabilidad, pretenden hacernos creer que San Bartolomé es un hecho consumado, sin problemas; que se va a iniciar una primera fase en Auditz-Akular -pese a que los promotores no quieren ni oír hablar del tema-; y que se va a expropiar el suelo en Txomin.

Y, pese a todo, hay que insistir en que lo que busca la Alcaldía es aprovechar y empezar una campaña institucional también llena de incertidumbres. Cuando «Odón dice», «dice el Ayuntamiento», y por lo tanto «es verdad y va a resultar así». Pero ese binomio, con este Sr., siempre ha hecho aguas en Donostia, más a partir de ahora. Ha pasado ya con Tabakalera. Desde la afirmación de que las obras de Tabakalera iban a adjudicarse en unos días a la noticia de que no se podía abordar el proyecto sólo transcurrían unas horas. Y el ciudadano se pregunta cómo puede ser.

Pero lo cierto es que en Donostia, en este momento, hay muchas «tabakaleras». Como ya hemos insistido en varias ocasiones, San Bartolomé y Auditz-Akular son operaciones pensadas en plena época de vacas gordas. Pesan sobre ellas unas cargas de urbanización de tal calibre que hacen que el precio de la vivienda se eleve como, de hecho, lo hizo en los últimos años:

En San Bartolomé, 353 viviendas libres han de tener el precio de 700.000 euros si se quiere que la operación no arroje déficit. Como ya hemos preguntado en varias ocasiones al alcalde... ¿dónde está la demanda de 353 viviendas a 700.000 euros? Entendemos que tendría que haber un estudio de mercado muy sólido para meterse en esa aventura. Pero lo malo en este caso es que la aventura la están viviendo cientos de familias que, en una situación jurídica totalmente irregular, temen por su futuro. Es el ejemplo de la irresponsabilidad política. En esta ciudad habremos de convencernos algún día de que la irresponsabilidad política no se puede tolerar y de que ya es hora de empezar a pedir cuentas a los políticos.

Por seguir con los ejemplos, en Auditz-Akular puede pasar lo mismo pero por distintos motivos. En este caso, es la tremenda obra de urbanización la que hace inviable la operación. Los promotores privados, propietarios de suelos en la zona, ya lo han entendido y hablan de que es una aventura. Sin embargo, Odón y Letamendia no cejan en su empeño de empezar una operación que en once largos años ha pasado de ser la operación de choque en materia de vivienda de Odón a un fracaso inviable. Sucede que su única salida es cargar más a la vivienda libre prevista y todo el mundo sabe que hoy en día no va a poder venderse una vivienda libre a mucho más que la tasada. Lo más triste es que se pretende iniciar una primera fase con el riesgo de dejar todo Altza empantanado en obras para las próximas dos décadas, sin importar la calidad de vida de los ciudadanos. Tiene el agravante de que se repetiría para Altza su triste historia urbanística de hace décadas, entonces en la dictadura.

La ceguera de Odón-Letamendia. En el fondo lo que sucede es que no se quiere ver la realidad. Donostia es una ciudad demográficamente estable. No existen incrementos de población que justifiquen la previsión de un aumento de viviendas en operaciones de ensanche. Los datos demográficos dicen que es una ciudad con un índice de niños inferior tanto respecto de la comarca, como respecto de la provincia y de la comunidad autónoma. Lo contrario pasa con el índice de envejecimiento. Además, más del 21 % de los donostiarras vivimos solos y el 33 % viven con personas mayores de 65 años. Existen más de 6.000 viviendas vacías y el paro ha aumentado a razón de 3.000 personas entre el 2006 y el 2009.

Si a ello unimos los datos de las licencias concedidas por el Ayuntamiento en la presente legislatura, tenemos que entre 2007 y lo que llevamos de 2010 se han concedido licencias para edificar 1.968 viviendas, de las que 768 son de VPO. Y, si miramos las actividades económicas, la situación resulta patética: para la edificación de pabellones o edificaciones dedicadas a actividades económicas se han concedido 10 licencias. Afirmamos que el Plan llega tarde y mal porque, a estas alturas, quien haya necesitado suelo para desarrollar su actividad se ha ido a la comarca, donde tiene suelo disponible y a precios más competitivos.

Todo ello nos lleva a remarcar la situación de incertidumbre que vive Donostia desde el punto de vista urbanístico y de su propia economía porque, al fin y al cabo, no hay que olvidar que el Ayuntamiento viene viviendo de las plusvalías que genera el urbanismo desde hace años. Quizá ahora se entienda mejor la situación financiera tan delicada por la que está pasando, que hay que entender en clave estructural, no coyuntural, puesto que el urbanismo no va a volver a generar esas plusvalías ni para los privados ni para el Ayuntamiento.

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