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Alvaro Reizabal Abogado

Amor mutuo y amor propio

Las mutuas son asociaciones de empresarios pero, sorprendentemente, están definidas legalmente como instituciones sin ánimo de lucro y se financian al 100% con dinero público, aunque son privadas

Suenan bien las llamadas al amor mutuo. El mismo Mesías invitaba a amarse los unos a los otros como él había amado. Lo mutuo, lo mutual, sea como sustantivo o como adjetivo, vende bien, da una idea afectiva: cariño mutuo, favores mutuos... Quizá por eso se utilizó esa terminología al crear lo que hoy conocemos como mutuas.

Estas entidades colaboradoras de la Seguridad Social son asociaciones patronales creadas, inicialmente, para participar, bajo la dirección y tutela del Ministerio de Trabajo, en la gestión de las contingencias de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, si bien su campo de actuación se ha ido ampliando con el tiempo dentro de un proceso de privatización encubierta de la Seguridad Social, cubriendo hoy en día no sólo las contingencias ya dichas, sino también las derivadas de enfermedad común, teniendo cada vez mas facultades no sólo en el campo de la gestión de las prestaciones, sino también en el control de la incapacidad temporal, pudiendo incluso suspender el pago de la prestación en determinados casos. En tiempos, las contingencias derivadas de enfermedad común se cubrían solamente por el INSS, pero a día de hoy son muchas las empresas que cubren también esa contingencia a través de las mutuas. Por eso y por las crecientes facultades de control que estas tienen, es frecuente oír a personas que se encuentran de baja -especialmente en casos de depresiones y otras afecciones psíquicas- hablar del férreo control cuasi policial al que se les somete. Un día tienen que ir al medico de familia, otro al de la Mutua, al siguiente a la inspección de la Seguridad Social o al servicio de control de la Mutua, dentro de un sistema que parece planificado para asquear al enfermo y conducirle a solicitar el alta para no seguir en esa situación de eterna sospecha de que su enfermedad es fingida y que lo único que pretende es cobrar sin trabajar, que es muy bonito, según suelen decir algunos inspectores a los sospechosos controlados.

Las mutuas son asociaciones de empresarios, palabra ésta estrechamente vinculada al logro de beneficios pero, sorprendentemente, están definidas legalmente como instituciones sin ánimo de lucro y se financian al 100% con dinero público, aunque son privadas. Claro que ese carácter desinteresado y cuasi benéfico de estos organismos choca frontalmente con las actuaciones de muchos de sus dirigentes. Recientemente se ha publicado que los gerentes de algunas mutuas perciben salarios de 300.000 euros al año, cantidad no desdeñable si se tiene en cuenta que lo que Zapatero dice que cobra son 80.000. Además, gozan de otras ventajas como coches, despachos, jornada de dos días semanales compatible con otra actividad para completar así el misérrimo sueldo y contratos blindados con indemnizaciones que superan los 900.000 euros en algunos casos. Eso sí, controlarán que nadie esté de baja un día de más, porque eso es robar a todos. Son el interés más desinteresado. Un ejemplo de amor propio.

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