Raimundo Fitero
Tentaciones
Los programadores sufren en verano más tentaciones de lo habitual. La fragmentación de las audiencias debido a los desplazamientos, las vacaciones, los nuevos hábitos de la inmensa mayoría de televidentes que van sumando y restando en los medidores, les procura unas coartadas para colocar aquellos proyectos de los que tienen dudas, o que saben que son un bodrio pero como ya han cometido el error de contratarlo, deben colocarlo, y se debe hacer causando los menores daños posibles al contador de audiencias, que es quien certifica el valor de mercado de cada producto.
Son esos programas estacionales, desquiciados, súper-espitosos, que se dedican a transmitir una sensación de marcha colectiva, de fiestas inabarcables, de movidas, movimientos y ruidos. Y además de estos tan estacionales o coyunturales, aquellos que se emiten pensando en que los efectos del calor, la desgana, el tinto de verano o la brisa montañesa provocan efectos de desatención a la autoestima de una gran parte de los probables clientes, de las audiencias más proclives al jolgorio o al interés por los parásitos sociales.
Un ejemplo de este rubro es «Adivina quién viene a cenar», que inauguró la otra noche, Antena 3, y que resultó ser una plena tomadura de pelo, un recurrente programa utilizando a favores de dudosa autenticidad y valor actual, como son paquirrín y la Dell'Atte, y que se supone se hace con cámara oculta, pero que está todo tan mal planteado y tan mal hecho, que se resalta demasiado su inconsistencia y toda la mentira que se encierra.
En cambio, programas como «Tonterías las justas» reviven en estos días. Su tono juvenil, casi infantil, su humor paródico de color blanco, su neutralidad y su inmediatez van perfectos para esa hora tonta de la siesta, y está alcanzando sus mejores audiencias precisamente a que esos saltos, esos mamporros, ese estilo de a tartazo limpio, constantemente haciendo un poco el gamberro, gusta a los más jóvenes. Florentino Fernández y sus compañeros dan en el clavo en estos días de calor, con sus cosas, sin meterse en berenjenales y haciendo tonterías, muchas, pero agradecidas. Tentaciones al alcance de casi todos.