Christopher Nolan es el único cineasta que ha sabido explorar y rentabilizar la vía abierta por los hermanos Wachowski con «Matrix». «Origen» es una idea surgida dentro de aquel caldo de cultivo de finales de los 90, al igual que «Memento», el título que le dio la fama. Ambas películas las ideó junto a su hermano Jonathan, con la diferencia de que «Origen» respondía a un proyecto mucho más ambiocoso, y ha necesitado de tiempo para madurar y contar con el respaldo de la industria. Un apoyo que ha conseguido gracias a su trabajo de encargo para la trilogía «Batman», resuelto de forma brillante y con la dosis de ambición que demandan los tiempos que corren.

Dejando a un lado el debate sobre la contradicción que entraña el dotar de trascendencia y tenebrismo a una saga de superhéroes, está claro que «Origen» es la obra más esperada de Nolan, por ser una creación enteramente suya, aquella en la que materializa el sueño de un cine de acción espectacular de trasfondo filosófico.

¿Qué es la incepción?

El empeño de los distribuidores en cambiar los títulos de las películas nos da doble trabajo a los comentaristas, obligados a aclarar el concepto que ha quedado ocultado tras el título original. «Inception» es un término en inglés con el que se quiere denominar la acción de implantar algo en el cerebro de una persona, cuando ésta se encuentra sumida en el sueño. La incepción, traducida así, figura ya por derecho propio en el diccionario de la ciencia-ficción, a pesar de su escamoteo en la versión doblada.

Christopher Nolan recupera en el argumento de «Origen» el esquema de «ida y vuelta» que ya utilizó en su ópera prima «Following», en la que el protagonista pasaba de observador a observado, de perseguidor a perseguido. El personaje de Leonardo DiCaprio es presentado como un extractor de información valiosa, alguien que se cuela en el cerebro de la gente mientras duerme para sustraer sus secretos. Su modus operandi profesional varía cuando le ofrecen realizar la labor contraria, implantando información en vez de extraerla. A pesar de tratarse de un encargo que va contra su forma de actuar, lo acepta, debido a que el pago que recibirá por la misión es la recuperación de su identidad y la posibilidad de regresar a la vida normal con los suyos, dejando definitivamente la clandestinidad.

Quienes hayan visto alguno de los avances de la película, además de extasiarse ante el frenético y asombroso montaje de dicho tráiler, habrán podido apreciar extractos de sus poderosos diálogos. Llama la atención la frase que dice: «No hay que temer soñar si se va bien armado». Creo que resume a la perfección el tipo de sueños que Nolan quiere recrear para los espectadores, basados en una especie de arquitectura invertida de los espacios urbanos reales que definen a la humanidad del siglo XXI. Los movimientos dentro de ese universo paralelo reflejan una pérdida de gravedad, con lo que la acción adquiere un tono de pesadilla impulsado por los miedos del inconsciente.