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Maite SOROA

«Abc», alegrías y contradicciones

En la prensa intransigente se cuentan elementos como Herrmann Terstch, que en «Abc» mostraba ayer todo el grado de confusión con que observan el conflicto vasco. Encadenan frases hechas, repiten los tópicos de la literatura parapolicial pero, al final, caen en la sima de sus propias contradicciones. Es lo que tiene la falta absoluta de reflexión y su sustitución por las frases del manual.

Terstch, digo, se felicitaba ayer por las detenciones de Hernani y resaltaba que «algunos sintamos una alegría especial al ver esposado y escoltado por la Ertzaintza a ese tal Gurutz Aguirresarobe».

El columnista ultra aprovechaba el viaje para extender su condena más allá de ETA en relación al atentado mortal contra Joseba Pagazaurtundua y proclamaba «la miseria moral de los entonces responsables de Interior en el Gobierno vasco, pero también de notables de su partido, el socialista, que hicieron oídos sordos a sus llamadas de auxilio». Está crecido el tío, ¿verdad?

A medida que va escribiendo, Terstch se enmaraña en una realidad social que es incapaz de comprender. Habla ahora de Agirresarobe: «¿Quién es? Buen comedor, trabajador, jugador de rugby, educado y amable, poco bebedor, sanote y pronto papá. Un jatorra que diríamos allí. Perfectamente socializado». Ya tiene un problemón el escribiente.

Así le toca reconocer que «si el objetivo máximo de la cárcel es la reinserción, se la pueden ahorrar al mocetón. Está mucho más integrado de lo que nunca estuvo Joseba Pagazaurtundua, ignorado, difamado y asesinado». Si eso mismo lo firma servidora, el fiscal empezaría a brincar, ¿no les parece?

Y sigue liándose con la madeja vasca: «En Hernani gobiernan -gracias al fiscal general del Estado y al presidente del Gobierno- los etarras de ANV. Lograron casi el 50 por ciento de los votos, defendiendo el asesinato de Joseba». A ver en qué quedamos, si ANV logró casi el 50 por ciento de los votos, gobierna por voluntad popular y no por el fiscal o el ministro de turno. Pero, claro, eso es la democracia y a Hermann Terstch eso le suena a música de Wagner.

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