Floren Aoiz, escritor
Lakoff no trabaja en La Moncloa
El autor toma como referencia a George Lakoff, uno de los expertos más influyentes en comunicación política, y su conocido libro «No pienses en un elefante», para hacer un análisis comparativo entre el discurso del PSOE, especialmente en lo que se refiere al modelo de estado y la política antiterrorista y de víctimas, y la agenda moral, política e histórica de la extrema derecha española. Concluye que reproducir y recrear el marco de la derecha como estructura mental no hace sino fortalecerla.
Hace ya tiempo que el profesor de Lingüística George Lakoff es considerado algo así como un gurú del progresismo, en el sentido más amplio y equívoco del término. Ha publicado varios libros, algunos de ellos disponibles en castellano, entre los que destaca «No pienses en un elefante». En esta obra, tan breve como densa, se denuncian algunas de las trampas del discurso neoconservador en Estados Unidos y se destaca la idea de los marcos, que es central en las reflexiones de Lakoff. Vamos a dejar que se explique él mismo:
«Los marcos son estructuras mentales que conforman nuestro modo de ver el mundo. Como consecuencia de ello, conforman las metas que nos proponemos, los planes que hacemos, nuestra manera de actuar y aquello que cuenta como el resultado bueno o malo de nuestras acciones. En política nuestros marcos conforman nuestras políticas sociales y las instituciones que creamos para llevar a cabo dichas políticas. Cambiar nuestros marcos es cambiar todo esto. El cambio de marco es cambio social».
Lakoff ha sido citado en numerosas ocasiones como una referencia importante para el PSOE, aunque uno no termina de entender por qué. Como quiera que el propio Lakoff es un ferviente defensor de Obama, lo que ya nos ofrece alguna pista sobre el alcance de su progresismo, no me extrañaría que se sienta orgulloso de las alabanzas de personajes como José Blanco, pero salta a la vista que la estrategia del PSOE constituye precisamente la asunción de los marcos que históricamente ha creado la derecha española.
La práctica política del PSOE, especialmente en el modelo de estado y eso que llaman «política antiterrorista», supone la negación brutal de uno de los consejos más insistentemente repetidos por Lakoff en la obra citada y en otras publicaciones y conferencias:
«Muchos progresistas creen que deben `escorarse a la derecha' para conseguir más votos. En realidad, es un error. Al acercarse a la derecha, los progresistas refuerzan los valores de la derecha y renuncian a los suyos; y, además, se alejan de sus bases».
Cualquiera pensaría que Lakoff estaba pensando en uno de los errores estratégicos del PSOE al escribir esas líneas. Por eso llama la atención que acabemos de asistir a la enésima confirmación de la obsesión del partido de Rubalcaba y Ares -en el que también están Rodríguez Zapatero y López- por competir con el PP en una práctica policial agresiva basada en el marco de la tolerancia cero con el terrorismo y la defensa de las víctimas.
En los días pasados, toda la maquinaria del PSOE se ha activado, incluyendo una exclusiva chat-policial en «El País», para reafirmar el marco más reaccionario, alimentando el discurso del odio y la venganza y reafirmando la apuesta por la negación de la política y la acción represiva. Hemos asistido a la recreación del marco del terrorista sanguinario que comía huevos con patatas y la víctima finalmente vengada gracias a la llegada de los españolistas a Ajuria Enea y el fin de la tolerancia de la Ertzaintza controlada por el PNV.
En defintiva, una versión bastante chusca del marco históricamente defendido por la derecha española, muy diestra en la utilización de lo que nuestro amigo Lakoff define como cuñas políticas «para conseguir apoyos a favor de una agenda moral y política más amplia».
El marco de las víctimas y la firmeza antiterrorista es una cuña para colar la agenda de la España indisoluble que responde a mandobles a cualquiera que cuestione el actual modelo de estado. La derecha española siempre ha recurrido a cuñas como ésta para ocultar su verdadera agenda. Lo hizo en 1936, cuando convirtió la sublevación fascista en «defensa de la religión católica y resistencia a la agresión judeo-masónica-separatista y bolchevique». Lo siguió haciendo durante el franquismo, recurriendo significativamente al culto a los caídos por Dios y por España, del que bebe el marco de las víctimas, por otra parte. Tanto es así que de hecho, algunas de estas víctimas, como Carrero Blanco o Melitón Manzanas son, a la vez, mártires del franquismo y víctimas reconocidas y premiadas por la «democracia».
Que la estrategia de negación de la solución política y la apuesta por la acción policial es propia de la derecha era reconocido en 2007 por el entonces director de Programas del PSOE, José Andrés Torres Mora, que denunciaba así en «El País» la actitud del PP ante el alto el fuego de ETA: «La diferencia entre la actitud del PP ante la tregua de 1998, que le tocó gestionar como Gobierno, y la última, en la que ha jugado un papel desestabilizador como oposición, no sólo responde a intereses electorales sino a la influencia de la extrema derecha norteamericana con su estrategia de la crispación para movilizar al electorado conservador y dividir al progresista». Para Torres Mora, el «mensaje simple» del PP había consistido en «repetir que dialogar con los terroristas es ceder ante ellos».
En el verano de 2007, Torres Mora y José Blanco, que entonces era secretario de Organización, aconsejaban a los miembros de la Ejecutiva Federal del partido que leyeran «No pienses en un elefante».
En 2008, Torres Mora, todavía miembro de la dirección del PSOE, redactaba el prólogo de otro libro de Lakoff, y afirmaba que «las derechas, norteamericana y española, han tenido que trabajar mucho sus instrumentos y estrategias de comunicación política para ganar democráticamente en un contexto en el que los valores de la mayoría social son contrarios a los suyos». Habría mucho que decir del carácter democrático de esa victoria, pero más allá del análisis que hagamos de la eficacia de la derecha españolista, hemos de reconocer que el partido de Torres Mora no sólo no se ha enfrentado a esa estrategia, sino que la ha hecho suya y la ha retroalimentado.
Ahora, en el verano de 2010, el PSOE gobierna con el PP en Gasteiz y apoya un Gobierno de UPN en Iruñea. En tan sólo tres años, la influencia de Lakoff, si es que alguna vez ha sido real, se ha esfumado hasta tal punto que es el propio PSOE es el que repite que «dialogar con los terroristas es ceder ante ellos». Dicho de otro modo y siguiendo el razonamiento del director de Programas en 2007, tendríamos que concluir que el PSOE se ha doblegado ante la influencia de la extrema derecha con su estrategia de la crispación. Por lo demás, es obvio que esto ha servido para fortalecer al propio PP, con unas consecuencias bien visibles en el terreno electoral.
Puesto que a pesar de todo esto en el Gobierno de Rodríguez Zapatero siguen considerando a Lakoff un referente de primer orden, no estaría de más que nos sumemos al consejo del lingüista norteamericano y recordemos que recreando los marcos de la derecha sólo se refuerza a la propia derecha. Esto es, que la actual estrategia del PSOE sirve fundamentalmente para reforzar al PP y el marco más fundamentalista del españolismo, por más que algunos lumbreras que o no han leído o no han entendido a Lakoff crean que están dejando sin discurso al partido de Rajoy. En fin, que Ares y Rubalcaba, lejos de ser los competidores más eficaces del mensaje del PP son quienes más trabajan para apuntalarlo y fortalecerlo, debilitando las opciones estratégicas de su propio partido, que tiene que elegir entre ser eternamente pastoreado por la derecha más cavernícola o crear sus propios marcos. En definitiva, entre diseñar y ejecutar una estrategia propia o actuar como una especie de subcontrata de la derecha.