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CRÓNICA Odin Week end

Una semana con el Odin Teatret que vale como una época

Terminó la edición del Odin Week Festival de 2010, dejando en los participantes la noción de una actitud moral y ética, ante la función del teatro y del artista, como emigrante de todas las convenciones.

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Carlos GIL Crítico teatral

Una semana encerrados en los sencillos, prácticos y eficientes espacios del Odin Teatret en Holstebro, sirven, entre otras muchas cosas, para renovar la creencia en un teatro que, sin renunciar a ningún valor artístico se comprometa con su mismidad, con su oficio, que renuncie a cualquier estabilidad que coarte su posibilidad de crecimiento y búsqueda.

La experiencia se vive en diferentes planos, desde lo que se denomina «La tradición del Odin», que consiste en recordar las maneras en los que sus actores se preparan, entrenan, o dicho en la palabra que identifica su funcionalidad, «training», tanto en lo físico más aeróbico como en la voz, o como en lo musical. Dos horas diarias para poner el cuerpo, la mente y los sentidos en disposición de ir acumulando las experiencias, narradas en primera persona por quienes forman parte activa del equipo actoral y de creación. Desde la práctica más muscular, rítmica, partiendo de los ritos Orixas a cargo del bahiano Augusto Omolú, pasando por las técnicas de Julia Varley o las precisiones de Roberta Carrieri.

Representación

Pero si estas primeras sesiones matutinas mostraban una parte tangible, repetible; lo importante eran los trabajos de demostración, a modo de pequeñas representaciones o clases magistrales que enseñaban la manera desde la que en cada caso se afrontaba la creación, donde es importante la educación musical, siempre presente. Con momentos mágicos, como cuando Roberta explicaba la manera en la que había trabajado la escena final de «Casa de muñecas», que preparaba con Torgeir Wethal, su compañero recientemente fallecido. Preguntada por la influencia de lo personal en el trabajo de actor, ella contestó con entereza que estaba preparada para saber separar sus emociones personales de sus personajes, y refiriéndose a su marido desaparecido indicó poéticamente que seguramente estaba con ella. En ese instante apareció en la sala un pájaro -que se acercó hasta donde estábamos los escuchantes- y cuando la actriz lo vio, le habló, y le pidió que se marchara. El pájaro, a saltitos, se fue. Un momento imborrable.

Siendo importantes estas sesiones, el momento del día más esperado por los participantes, se recuerda que llegados de lugares tan dispares como Estonia, Turquía, Canadá, Grecia, México, Islandia o Egipto, entre otros -la mayoría jóvenes estudiantes-, era el encuentro diario con Eugenio Barba, fundador del grupo, teórico de la antropología teatral, que contestaba preguntas directas, explicando las motivaciones, señalando la manera en la que desde situaciones atípicas se fue fundamentando una de las historias más fértiles del teatro de las últimas décadas; en muchas ocasiones producto de intuiciones, siempre de búsquedas, rupturas, reinvenciones, aunque se intente codificar o filosofar sobre las maneras de convertirlo en algo que pueda ser reutilizado por otros.

Además de algunos vídeos recopilatorios de la historia del Odin, lo que servía como constatación, como manera de conocimiento real eran los espectáculos que se ofrecían, de diferentes épocas, colectivos o individuales. Roberta Carreri interpretando «Judith», un unipersonal trabajo cargado de mensajes que se sustentaban en una interpretación casi científica, compacta, directa, fantástica en la utilización de una gestualidad subrayada. O las dos obras de Julia Varley, «Doña Musica's Butterflies» o «El castillo de Holstebro II», en donde partiendo de dos inspiraciones diferentes, se encuentran lenguajes, modos de afrontar la creación, un mismo sentido del humor y un parecido aprovechamiento espacial.

Trabajo colectivo, con todo el grupo fue «Inside The Skeleton of the Whale», con los espectadores colocados en dos largas mesas, una historia narrada con la música como conductora esencial y emocional, algo parecido a la que sucede con «Itsi Bitsi», con Iben Nagel Rasmussen como protagonista e inspiradora con su propia vida de la obra, acompañada por Jan Ferslev y Kai Bredholt, dura crónica de una época, de un grupo de jóvenes que en su afán liberador acabaron prisioneros de la droga. Algunos lo pagaron con la vida, otros resucitaron de sus cenizas para ofrecernos grandes creaciones artísticas.

Una semana con el Odin es casi una vida de experiencias.

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