Dogmas y lecciones de un desenlace feliz
Los cooperantes catalanes de la ONG Barcelona Acció Solidaria, Roque Pascual y Albert Vilalta, fueron liberados ayer tras 268 días de secuestro a manos de Al Qaeda del Magreb Islámico. El feliz desenlace de este secuestro ha confirmado que se han satisfecho ciertas demandas políticas y económicas de los secuestradores. Y a su vez, vuelve a destrozar el mito, que algunos quieren elevar a categoría de dogma, que dice que el estado «no negocia con terroristas» y «nunca cede al chantaje». La entrega del considerado cerebro del secuestro, Omar Sahraoui, desde Mauritania a su país natal, Mali, y el pago de un rescate millonario, que es un secreto a voces, así lo atestiguan. El Estado español ha cumplido con lo que pedían los secuestradores; económicamente con el pago del rescate, y facilitando mediante presión diplomática el cumplimiento de la demanda política, el traslado del cerebro de la operación. No lo confirmará, como no lo hace ningún estado, pero sí lo ha hecho, como lo han hecho todos los estados.
Canadá, Austria o Alemania ya habían actuado de la misma forma cuando sus ciudadanos estaban en poder del mismo grupo. Israel negocia con Hamas la liberación de su soldado Shalit o con Hizbulah la recuperación de los restos óseos de sus pilotos derribados. Estados Unidos negocia y paga a Abu Sayyaf por la liberación de sus misioneros en Filipinas; Corea del Sur, China o los armadores vascos negocian y pagan a los piratas somalíes. Los ejemplos no tendrían final posible. Y demuestran que cuando se trata de resolver problemas, la negociación y el hacer concesiones son instrumentos de sentido común y, no por ser negados u ocultados, ampliamente utilizados.
Hoy es un día para celebrar la suerte de los dos cooperantes catalanes. La fortuna, sin embargo, es una rueda cuyo movimiento nunca deja gozar largo tiempo de felicidad. Volverán a producirse hechos de este tipo. Que la cultura de la negociación se imponga siempre a los dogmas y tabúes de estado. Lo celebraríamos todos.