L a escasez de noticias en el mes de agosto obliga a los responsables de redacción a cansar la cabeza y animar a la tropa a buscar noticias. Y si no las encuentran, a crearlas.

Ayer en «Abc» nos regalaban una de esas perlas agosteñas que son tan del agrado de sus lectoras y lectores. Se titulaba «Los proetarras se van de fiesta». No tiene desperdicio.

Según el autor del reportaje-trampa, las fiestas en Nafarroa se caracterizan por «brindis y pancartas en honor a los presos de ETA, ikurriñas, boicots a los actos oficiales en días dedicados a las peñas, insultos a las autoridades y enfrentamientos con la policía, amenazas y coacciones a pequeños empresarios para que sufraguen sus actos, agresiones por vestir `La Roja', mensajes proetarras que se revisten de reivindicaciones populistas...».

La culpa de todo la tienen, cómo no, los de siempre: «el entorno de Batasuna ha hecho un llamamiento en los últimos meses a sus bases en la Comunidad foral para que incrementen su presencia en puestos directivos de peñas y comisiones vecinales de fiestas con el objetivo de hostigar a las autoridades y desacreditarlas al tiempo que ganan simpatizantes». Ya han marcado un objetivo para sus iras.

Y concreta más el autor del disparate: «Así sucede en barrios de la capital navarra como la Milagrosa, Chantrea, Rochapea o San Juan, entre otros; y en municipios de la Cuenca de Pamplona como Berriozar, Barañáin, Burlada, Villava, etc. Igualmente, en los Sanfermines, según fuentes policiales y del Ministerio del Interior, aumentaron significativamente la confluencia de proetarras y miembros de la izquierda abertzale en la Federación de Peñas de Pamplona». La respuesta de las peñas de Iruña a las agresiones de Barcina les ha dolido.

También aporta la identidad de un ciudadano navarro a quien acusan de ser «el cabecilla de este movimiento», Piru Zabalza, y desvelan sus siniestras intenciones: «recurrir en público a exigencias como la necesidad de que las fiestas sean `más participativas, populares, plurales, apolíticas y no sexistas' o a compromisos como `conseguir el protagonismo absoluto de las vecinas y vecinos' en las celebraciones». ¿Y qué hay de malo en todo ello?