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El hambre y la ira provocan el caos mientras el agua empieza a bajar en el sur paquistaní

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La gigantesca crecida del Indo no se ha tragado el cementerio más famoso de Pakistán, ubicado en lo alto de las colinas de Makli, pero en unos días lo ha convertido en un inmenso campamento de refugiados improvisado donde el hambre y la ira por la lentitud en la llegada de ayuda están alimentando el caos. Mientras, las aguas del río Indo comenzaron a ceder y desviaron su curso de la ciudad de Thatta, abandonada por sus habitantes ante la alerta causada por la violenta corriente que rompió diques e inundó las aldeas y pueblos circundantes.

Los miles de damnificados que huyeron de las inundaciones de Thatta y alrededores se quejan de la falta de alimentos y agua en la extensa necrópolis de Makli donde se han refugiado. Decenas de personas corren detrás de los camiones que distribuyen víveres en las inmediaciones del cementerio, pero el hambre y la indignación creciente entre los supervivientes está convirtiendo esa labor en caótica y dejando sin nada a muchos, sobre todo a los ancianos y a los enfermos.

«No puedo correr en busca de comida a mi edad», dice Nasima Mai, de 75 años y quien dejó su comunidad con su familia, informó AP. «Lanzan la comida desde camiones como si estuvieran alimentando animales», se queja. «Nos tiran las cajas y dejan que la gente se pelee, pasan sin darnos nada», señala Hussain Mala a AFP en el fragor de la batalla por conseguir harina, legumbres secas, arroz o azúcar.

Las autoridades aseguran que han intentado suministrar alimento y techo a los cientos de miles de las personas acampadas en la colina de Makli, pero como en otros lugares del país se ha evidenciado la incapacidad de los gobiernos locales y de los donantes internacionales para hacer frente a este desastre.

Así, al caer la noche, coincidiendo con la última hora de ayuno del día durante el Ramadán, aumenta la tensión en el campamento de Makli, donde algunos acampan y otros pastorean sus rebaños entre las decenas de miles de tumbas.

La Policía segura que la situación está «bajo control» y que no se han producido incidentes graves, pero las autoridades muestran su preocupación e instan a los supervivientes a trasladarse a los campamentos de Karachi, a más de 100 kilómetros.

La crisis alimentaria en Makli es más grave que en el distrito de Thatta, la zona más afectada de la anegada provincia de Sindh, donde «el agua está retrocediendo hacia el mar y el nivel baja, por lo que los habitantes comienzan a regresar», indicó a AFP Hadi Bajsh Kalhoro, alto responsable administrativo.

La brecha abierta en el dique principal que protege la ciudad «fue reparada a medias y el oleaje cambió de dirección y se apartó de sus barrios habitados», aunque el peligro no ha desaparecido, sobre todo donde los diques se rompieron, ya que se espera que el Indo continúe «a niveles excepcionalmente elevados durante al menos 24 horas» y que los ríos de Sindh tarden entre 10 y 12 días en volver a su caudal normal.

Mientras, los alrededores de Thatta siguen desaparecidos bajo un gigantesco lago de agua enlodada en el que asoman árboles, tejados y minaretes.

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