El líder de los socialdemócratas valones, Elio di Rupo, designado por el rey Alberto II de Bélgica para negociar un acuerdo de Gobierno, aseguró que «por espíritu de Estado» continuará con su intento, pese a que en la tarde del domingo pidió al monarca que le relegara de esta misión.

Di Rupo no dudó en responsabilizar «a la oposición de dos partidos» del bloqueo en las negociaciones, en referencia más que implícita a los soberanistas flamencos del N-VA, vencedores en las últimas elecciones, y a los democristianos también flamencos del CD&V.

En un tono tan victimista como apocalíptico, el líder valón advirtió de que si no hay acuerdo entre las formaciones flamencas y francófonas, «los partidos que rechazan un com- promiso equilibrado van a arrastrar a nuestro país a la inestabilidad, cuando no al caos político».

El N-VA y la CD&V rechazaron el pasado fin de semana una propuesta sobre el futuro institucional y financiero del país. La oferta contemplaba transferencias suplementarias por valor de 500 millones de euros anuales a la región de Bruselas, mayoritariamente francófona.

A cambio, los valones renunciarían a sus pretensiones de mantener su primacía lingüística -léase su rechazo a asumir el flamenco como lengua- en la periferia flamenca de la capital. Eso sí, con la excepción de seis comunas, en las que los francófonos son actualmente mayoritarios. Además, se mostrarían dispuestos a aceptar, en términos genéricos, una mayor transferencia del Estado federal a las regiones.

Los dos grandes partidos flamencos rechazaron el pasado fin de semana firmar un «cheque en blanco» en favor de las pretensiones valonas en torno a la capital, Bruselas.

El líder de los socialdemócratras valones insistió ayer en que «sólo» valdrá un sistema «que responsabilice a las regiones pero que evite el empobrecimiento de una parte de la población», en referencia a las zonas de habla francesa.

Di Rupo, cuyo partido quedó segundo, tras los soberanistas flamencos, en las elecciones de junio, insistió en el mismo tono en que «confío en que la razón terminará por vencer» aunque calificó de urgente dotar al país de un Gobierno y sanear las cuentas públicas.

«Es una obligación moral si no queremos dejar el país en manos de los especuladores y yo espero que todo el mundo sea consciente», señaló, agitando el espectro de una crisis financiera similar a la que sacude a Grecia en los últimos años.