Cuando miran a Euskal Herria, los del nacionalismo hispano se olvidan de sus diferencias ideológicas y políticas. Todas las energías deben estar al servicio de la titánica tarea de mantener unido lo que unido dejó Franco en manos de su sucesor «a título de Rey».

Ayer en «Abc» Cesar Alonso de los Ríos, que en su día debió ser rojeras pero que hoy en día pasta por donde la derecha más antigualla, mostraba síntomas de alarma por la debilidad del Gobierno español ante los próximos Presupuestos Generales del Estado.

Según Cesar Alonso, «Zapatero tendrá que elegir entre Patxi López y los Presupuestos ya que no es posible repetir los últimos a causa de la crisis económica». ¿O sea, que a Patxi le mandará de vuelta a casa? Ya me extraña.

Para darle tinte trágico al asunto, recuerda el columnista la caída de Felipe González: «Al negarse Pujol a apoyarle en los Presupuestos le obligó a adelantar las elecciones en medio del inmenso desprestigio».

Lamentaba Cesar Alonso que le ley electoral beneficia a los partidos nacionalistas que «les permite ser decisivos cuando el Ejecutivo no cuenta con mayoría absoluta». Pues no entiendo qué le parece mal. Eso parece normal, ¿verdad?

Lo que le angustia al bueno de Cesar Alonso es que los pérfidos nacionalistas no españoles «aprovechan las situaciones críticas no sólo para avanzar como partidos sino como proyectos nacionales y a costa del Estado autonómico. Nada les parece suficiente. En esta ocasión de nada les vale que Zapatero esté tratando de montar un Estado confederal. Urkullu y Mas sacan en los momentos decisivos sus `razones' nacionalistas y aprovechan la ocasión para avanzar hacia el soberanismo». Un poco exagerado, sin duda.

Y al final, suelta la gorda: «Sabiendo hasta qué punto los españoles son incapaces, en su mayoría, de entender la `lógica' de los nacionalismos, he tratado de explicarla en mis escritos. Inútilmente. Por ello dije en mi última columna que es necesario que socialistas y conservadores pongan fin al odio que se tienen. Sería un primer paso frente a la peste».

Y servidora piensa que es muy legítimo no ser nacionalista vasco, pero lo de `peste'...