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Tres torres con 11.500 metros terciarios quedarían en propiedad de Kutxa, Diputación y Lakua

Un concurso para que el club construya el nuevo Anoeta

Elorza explicó cómo la Real podría gestionar el campo 30 años y quedarse con un edificio en propiedad.

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Joseba ITURRIA

El alcalde de Donostia, Odón Elorza, sentó ayer las bases sobre las que la Real podría afrontar la construcción del nuevo campo de Anoeta, que sólo conservaría las dos Tribunas más altas y que implicaría la demolición del resto para eliminar las pistas de atletismo y llegar a un aforo de 41.000 espectadores.

Para ello se construirían unos nuevos graderíos apoyados en cuatro pilares y cada uno tendría 3.500 metros cuadrados de uso terciario que quedarían en propiedad de Diputación, Kutxa, Lakua y Real si el club sigue en sus gestiones actuales y se presenta al concurso público que convocará el ayuntamiento y que será adjudicado a quien asuma la totalidad del costo del nuevo campo. Además, la Real, se da por hecho que será la única que se presente a ese concurso, tendría el derecho de usufructo del campo durante 30 años y luego volvería a ser gestionado por Anoeta Kiroldegia.

La rueda de prensa convocada para la tarde de ayer por Odón Elorza en Anoeta vino a escenificar su decisión de ordenar un nuevo Plan Urbanístico y de apoyar la construcción del campo sin que su ayuntamiento, propietario de la instalación a través de Anoeta Kiroldegia, abone ninguna cantidad.

Sí quiso recalcar que su ayuntamiento afrontó «el 55% del costo de Anoeta, que supuso un desembolso de 6.600 millones de las antiguas pesetas, 39,8 millones de euros. El ayuntamiento puso 19,6, la Diputación 7,8, el Gobierno de Gasteiz seis millones, el CSD 3,6 y la Real tres. Y además pusimos el suelo». Un dineral que en 17 años va a ser demolido en su gran mayoría.

Las condiciones de Elorza

Odón Elorza vino a exponer las condiciones en las que el ayuntamiento daría luz verde al proyecto en el que trabaja la Real y que, en principio, cuenta con el apoyo económico de Diputación, Kutxa y Lakua.

Puso como condición «el cumplimiento de las normas legales. No podemos dar el estadio a nadie en particular para que haga lo que quisiera. Por ello se convocará un concurso público por 30 años y el ganador del mismo financiará a su cuenta las obras y el ayuntamiento hará otra ordenación urbanística que lo permita».

Añadió que «el usufructuario, ganador del concurso, tendrá derecho a determinar el nombre del estadio, obtendrá la bonificación del 95% del Impuesto de Construcción ICIO y quedarán en su propiedad los cuatro nuevos edificios terciarios construidos de acuerdo con la modificación puntual del Plan General».

Señaló que todos los trámites urbanísticos pueden durar unos nueve meses y que sólo después se pasaría al proceso que desembocaría en la adjudicación del proyecto a la Real, que ya le ha manifestado su intención de presentarse al concurso, sobre todo si se concede a la Candidatura Ibérica la organización del Mundial del 2018 y Donostia es elegida como una subsede.

Elorza, que en un principio era uno de los mayores defensores de las pistas de atletismo, manifestó que «comprendemos la preocupación de la Real ahora y antes por la lejanía del espectador y por la oportunidad que supone celebrar en el Estado, en España, un Mundial. Es una oportunidad que no podemos desaprovechar. Ya perdimos un tren y habría que intentar aprovecharlo y más tras ganar el Mundial. El Gobierno de esta ciudad está dispuesto a solucionar los inconvenientes. No le veo problemas a quitar las pistas y el estadio podrá crecer desde todos los puntos de vista».

Sí quiso subrayar que, de los más de 50.000 metros cuadrados terciarios que incluía Gipuzkoarena, se ha reducido a 15.000 repartidos en cuatro pilares que no quería llamar torres, sino «edificaciones» que tendrían «veintitantos metros» de largo y de ancho. Señaló que «la remodelación sería compleja técnicamente y por su alto coste económico requiere una sólida financiación. Apuntamos al modelo Bilbao que ha servido para financiar el nuevo San Mamés». Los cuatro pilares serían de Kutxa, Diputación, Lakua y Real.

Principio de acuerdo

El alcalde donostiarra desveló que en agosto se han producido reuniones entre representantes municipales y del Consejo realista encabezados por Jokin Aperribay y que «la propuesta es conocida por el presidente de la Real. La hemos discutido, hemos hablado con él y hay un amplio principio de acuerdo».

Por ello Elorza deja la pelota del nuevo campo en el tejado de la Real, que se ha metido en un camino poco ético porque va a derribar uno de los estadios más modernos y bonitos de la Liga inaugurado en el año 1993 y para ello ha tenido que pedir a Diputación y Kutxa todavía más apoyo económico del recibido a pesar de sus grandes deudas. Además se va a ver obligada, si sale adelante el proyecto, a asumir un alto coste que no es fácil de financiar con 3.500 metros cuadrados de uso terciario.

Y deportivamente habrá que ver si el ambiente en un campo de 41.000 localidades con 23.000-25.000 espectadores en Primera y menos en Segunda es más favorable que un estadio de 32.000 con esa entrada. Y durante años la Real y sus abonados se verían obligados a soportar los inconvenientes de jugar en un estadio en obras mientras se construyen las nuevas gradas.

Al final, igual la eliminación de las pistas se convierte en un problema mayor que el que supone la lejanía del público. La pasada temporada y el mismo domingo quedó claro que cuando un equipo está tan unido con su afición no se nota la distancia ni aunque haya doce calles de atletismo. Los resultados así lo demuestran. La Real se ha hecho fuerte en el estadio, donde ha ganado 16 de los últimos 20 partidos que ha disputado, con tres empates y una derrota.

Y en Primera el año pasado el equipo más fuerte en casa de la otra Liga, la que no juegan Barcelona y el Real Madrid, fue el Mallorca en otro estadio, con 15 victorias en 19 partidos.

Un tema que aflora ante elecciones municipales y con bonanza deportiva

Aunque Odón Elorza intentó rechazar oportunismo e interés electoral en su propuesta a pocos meses de la celebración de las elecciones municipales y un día después de una gran fiesta en Anoeta, sí lanzó un dardo al PP donostiarra, que había convertido la eliminación de las pistas en uno de sus estandartes electorales. Hizo recordar esa alusión a otra suya en los comienzos de 2003, a las puertas de unas elecciones municipales y con la Real en la pelea por el título de Liga. Le recordó a Román Sodupe, que iba a dejar el puesto de diputado general para presentarse de candidato a la alcaldía de Donostia, que con el dinero que destinaba al proyecto de Gipuzkoarena la foto de apoyo a la Real le había salido mucho más barata que la suya al dar nueve millones de euros con la excusa de Zubieta.

No parece casualidad que en las dos ocasiones en las que ha cogido fuerza la opción de construir un nuevo campo de fútbol en Anoeta haya coincidido con la precampaña de unas elecciones municipales y en los mejores momentos de la Real. Así, en abril de 2003 las instituciones y el Consejo presidido por Astiazaran firmaron un convenio para la remodelación del estadio. El 5 de febrero de 2004, con el equipo en disputa de la Champions, se llegó a presentar con todo lujo en el Kursaal Gipuzkoarena, con el apoyo de todas las instituciones. Incluía 52.000 metros de uso terciario, 102 millones de presupuesto y 42.000 localidades. El equipo perdió fuelle y con él la fuerza del proyecto y de su Consejo. El 30 de agosto de 2004 Odón Elorza exigía un buen número de retoques y condiciones al proyecto y, aunque en abril de 2005 la Real modificó el proyecto para intentar cumplir con todos sus requisitos, Gipuzkoarena quedó enterrado hasta ahora, con los políticos en plena carrera electoral y la Real en auge. Joseba ITURRIA

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