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La norma reguladora de las granjas de caracol busca más la cantidad que la calidad

 

Joseba VIVANCO | GASTEIZ

El Boletín Oficial del País Vasco acaba de publicar las normas técnicas que regulan la producción agraria ecológica para la producción de caracol en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Un reglamento que pretende definir las características que deben cumplir las explotaciones que se dediquen o puedan dedicarse a la helicultura, un campo poco menos que incipiente en esos tres herrialdes.

Y es que por el momento en la CAV sólo se cuenta con una granja en activo en Urduña, aunque hace poco ha comenzado a funcionar otra en Amurrio, y en Murgia también parece que podría formalizarse otra iniciativa y en Gipuzkoa hay algún proyecto.

Un negocio «difícil»

Ainhoa Álava, responsable de la explotación Barraskibide, en Urduña, conoce como pocas personas esta aventura, y es que la suya es la primera granja de caracoles ecológicos de todo el Estado español. De hecho, el propio Gobierno de Lakua le otorgó en su día el sello ecológico -y que, curiosamente, todavía no puede poner a sus botes-. «El negocio va bien, mejorando. Este año queremos sacar nuevos productos, como caracol con pisto o fritada, que le llaman en Navarra y Rioja, salsa vizcaina, totalmente listos para comer», comenta.

Álava reconoce que la helicultura «es difícil», pero la nueva normativa abre las puertas a una futura competencia -hoy, la más próxima es la granja que funciona también en Tafalla-. Sin embargo, la responsable de Barraskibide muestra muchas dudas con respecto a las bondades del reciente reglamento.

«Se nota que está hecho por empresas de helicicultura que utilizan el método de integración; es decir, que granjas trabajen para ellos vendiéndoles la producción», opina. «Está hecha más para las empresas que para los pequeños productores», sostiene esta agricultora.

Observa que, en base a su experiencia acumulada ya de cuatro años dedicada a este negocio, hay elementos de la normativa que no casan con lo que ella entiende por una producción sostenible.

«Un ejemplo es el tema de los cuatro kilos de caracoles por metro cuadrado. Creo que es imposible llegar a esa cantidad sin producir enfermedades, estrés al animal...», resalta Álava, quien hace hincapié en que «esa proporción es muy exagerada..

¿440 en un metro cuadrado?

Para que se entienda, explica que esos números permitirían «hasta 440 caracoles en un metro cuadrado, cuando nunca debería pasar de 1,5 kilos por metro cuadrado. De esa manera se consigue que el caracol esté mucho más cómodo, tenga mejor acceso a todos los alimentos, sitio para depositar los huevos...», cuestiona.

Este último dato, a juicio de la responsable de esta explotación de caracoles vizcaina, supone «uno de los puntos donde se nota que el reglamento está he-cho por empresas de tipo integradora que buscan cantidad de cualquier manera, que compran la producción a 4 euros el kilo y la venden al día siguiente a 8 euros...».

«Es una pena que esta norma se encuentre tan manipulada», lamenta Álava.

marcha en bicicleta

Desde el miércoles, una marcha en bicicleta está recorriendo algunas de las comarcas próximas y más afectadas por la central nuclear. El domingo, los marchistas llegarán hasta Barcina del Barco, desde donde partirán hasta las puertas de la central de Garoña.